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Tribuna:EL FUTURO DE ROTA
Tribuna
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¿Dónde están tus huertos?

Este domingo, como hacemos las gentes de paz una vez al año, y va ya para un cuarto de siglo, hablaremos ante las alambradas de la base de Rota contra la guerra y las instalaciones que la hacen posible. El mensaje es siempre el mismo: la paz es innegociable. Guerra no, para siempre. Es preciso hablar, entenderse; que la política nunca sea sustituida por la guerra. Que Andalucía no continúe siendo una cabeza de puente del imperialismo mejor armado de todos los tiempos. "Bases fuera" en Rota y Morón y Gibraltar.

El mensaje es siempre el mismo, sólo que, por razones de actualidad, es preciso este año apretar algo más el tono, la protesta, la voluntad sublevada contra la muerte masiva que se diseña al socaire de confusas proclamas antiterroristas, como ha sucedido en el caso de Irak. En la actualidad la base de Rota se ha convertido en trampolín para las cada vez más frecuentes operaciones de EE UU en el África subsahariana. Es preciso ampliar la base, según parece. EE UU está estudiando concentrar en ella las unidades militares actualmente dispersas en toda Europa; y algo más: que sirva de gran madriguera para residenciar equipos de operaciones especializados en misiones clandestinas (hablamos de guerra sucia) en el marco, tal como prevé el acuerdo bilateral, de una franquicia jurídica que de hecho concede una impunidad prácticamente absoluta.

Frente a la guerra, paz. Frente a los gastos militares, gastos sociales
Sería un inmenso error ceder a la pretensión de convertir la base en un "puesto avanzado"
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¿Hasta dónde ha llegado la reciente visita del ministro de Defensa, señor Bono? Demasiado almíbar hemos detectado en las imágenes publicadas. Ni una sola arista en un momento en que se intenta convertir la base de Rota en un "puesto avanzado" contra todo tipo de amenazas emergentes. Que quede claro: sería un grave error, inmenso error ceder a esta pretensión. Un error parangonable en su grado al acierto de traer a las tropas españolas desplegadas en Iraq. Una decisión que, a mi juicio, anularía en la conciencia de muchos ciudadanos el acierto que abrió la legislatura, que cuestionaba de hecho una filosofía, la de la guerra preventiva, que ahora volvería a tener vigencia en la política del Gobierno.

Y ahora el discurso políticamente correcto, no siempre cómodo de rebatir: cada vez que planteamos la paz desde el prisma de los principios, se nos saca el tema de la economía. Por ejemplo: las relaciones comerciales con EE UU se verían afectadas si nos oponemos a la base y su recrecimiento. El tema del dinero es el gran argumento de la otra parte, utilizando no pocas veces la cuestión del empleo precisamente aquellos, sean empresarios o poderes gubernamentales, que tienen la obligación de convertir una parte importante de los fondos públicos y beneficios privados en creación de empleo como objetivo inexcusable y urgente. Realmente lo que se nos plantea es que los principios (estamos hablando de negar la guerra sin ningún tipo de matiz) no son aceptables cuando cuestan dinero y que, en este caso, está justificado ser cómplices de las previsiones bélicas de Bush y compañía. Pues no, mire usted: nosotros hemos luchado como nadie por la jornada laboral de 35 horas (trabajar menos para que trabajen todos) y no vamos a aceptar que aquellos que han rechazado toda posibilidad de pleno empleo y plena protección nos den ahora lecciones de política social y laboral. Eso es puro cinismo.

Frente a la guerra, paz. Frente a los gastos militares, gastos sociales. Frente a la base de Rota, incluso como alternativa económica y laboral, una gran base de ayuda humanitaria (de "alerta temprana") con respecto a las catástrofes de todo tipo en el tercer mundo y específicamente en África. Frente a los efectos letales del armamento y propulsión nuclear, los huertos, el melón y la calabaza de Rota: un pueblo para la paz y el empleo. Por eso luchamos.

Felipe Alcaraz es miembro de Izquierda Unida.

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