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ELECCIONES EN REINO UNIDO | La economía

Brown 'vende' éxito económico

Los expertos elogian la gestión del ministro, pero alertan contra sus previsiones optimistas

El Partido Laborista se apoya en los éxitos económicos desde que llegó al poder en 1997 para pedir a los electores que les otorguen un tercer mandato. Los analistas independientes confirman que el balance de la gestión económica del laborismo ha sido positivo, pero plantean dudas sobre lo que ocurrirá en el futuro. Si las optimistas previsiones de crecimiento no se cumplen, los laboristas tendrán que elegir entre subir impuestos, reducir inversión pública o romper los techos que se han fijado de saneamiento de las cuentas públicas.

"El balance de la gestión económica del Partido Laborista ha sido muy satisfactorio", reconoce el NIESR (siglas inglesas del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social), uno de los institutos independientes más prestigiosos del Reino Unido y permanente referencia en la prensa económica londinense. "Nada ha ido terriblemente mal en la economía desde 1997", sintetiza el instituto. Y destaca la estabilidad de la inflación y el crecimiento, el hecho de que las cuentas públicas de estas dos legislaturas están ahora mismo mejor que en los ocho años precedentes y que las condiciones de empleo "continúan mejorando de manera destacada anteriores tendencias".

Sin embargo, alerta sobre la baja tasa de ahorro nacional y que la productividad sigue siendo más baja que en EE UU, Francia y otros países de la UE. "Podemos ser más competitivos pero con menor productividad porque pagamos menos por hora", explicó el director del instituto, Martin Weale. Las manufacturas se han visto particularmente dañadas estos años, con un aumento de la producción del 2,4% desde que los laboristas llegaron al poder, frente a tasas del 23,6% en EE UU, el 21,8% en Alemania y el 12,8% en Francia.

Los analistas advierten sobre la evolución de las cuentas públicas. Gordon Brown, el canciller del Exchequer (ministro de Finanzas), aplicó en la primera legislatura el marco de inversiones de su antecesor, Kenneth Clarke. Pero en la segunda, acuciados por la necesidad de mejorar los servicios públicos, los números se están desbocando.

Aunque Brown ha logrado confirmar hasta ahora sus optimistas previsiones de crecimiento, ha tenido que revisar al alza las emisiones de deuda pública y ha subido la presión fiscal. Según los datos de la OCDE, la presión fiscal en el Reino Unido llegó al 35,8% del PIB en 2002, casi la misma que en Alemania (36%), y en el periodo 2006-08 puede llegar al 38,3%.

Para este año Brown ha pronosticado un crecimiento del 3% al 3,5%, pero los expertos estiman que no superará el 2,5% y que el Gobierno -probablemente, cualquier Gobierno- tendrá que optar entre reducir la inversión, romper la llamada regla de oro o subir impuestos, que es lo que temen los contribuyentes. La regla de oro, impuesta de manera voluntarista por Brown, establece que cualquier emisión de deuda adicional ha de ir destinada a inversión, no a cubrir gasto corriente, y que la deuda pública no puede exceder del 40% del PIB en el conjunto del ciclo.

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"Todos los Gobiernos laboristas que he conocido en mi vida se han quedado cortos de dinero y el de Tony Blair no es distinto a los anteriores", se quejaba hace unos días Clarke en un artículo publicado en The Guardian. "Brown ha tenido un éxito destacado creando el mito de su propio historial", añadía. Y le reprochaba que citara cifras negativas de la época conservadora sin precisar a qué años se refería. "El día en que Brown fue nombrado, la inflación era del 2,6%. Hoy es del 3,2%, y subiendo". "Su era será recordada por su desgobierno de las cuentas públicas y por su incapacidad de rentabilizar los aumentos de gasto público".

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