Puente
Madrugar más que cualquier otro día para ganar unas horas y tratar de evitar lo inevitable. Soportar el lento calvario del atasco en la carretera y perder con creces las horas que pretendíamos ganar. Consumir el depósito para hacer unos pocos kilómetros. Prolongar el ayuno un rato más. Llegar a duras penas mucho después de lo imaginado. Aparcar o intentarlo. Tratar de descansar.
Volver a madrugar para conquistar un espacio en la playa, sin pisar ni ser pisado. Hacer cola en el chiringuito para, finalmente, comer tarde algo a lo que llaman paella, y que, curiosamente, lo mismo que la gasolina, ha aumentado de precio en estos días.
Pensar en adelantar la vuelta, tal vez viajar de noche, para finalmente comprobar que todos los demás han pensado lo mismo. A esto lo denominan gozar de unos
días de merecido descanso, disfrutar de unos días de puente. Hasta el próximo.
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