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EL ECUADOR DE LA LEGISLATURA

Un eje y un arco tensados por el trasvase

El Consell reduce su geopolítica a la reivindicación hídrica junto al gobierno de Murcia

Miquel Alberola

A su llegada al Palau de la Generalitat en junio de 2003, Francisco Camps heredó los restos del programa geoestratégico que su antecesor, Eduardo Zaplana, había proyectado bajo el epígrafe de Arco Mediterráneo, en el que asumía como marca propia esta denominación que circulaba en el mercado de los territorios desde los años ochenta. Entonces, a mediados de los noventa, los populares gobernaban Baleares, Murcia y la Comunidad Valenciana, y esta alianza liderada por Zaplana, lejos de dar respuesta a los retos interregionales planteados entre estas tres comunidades autónomas, no tenía otra intención que servir a los intereses centrales del PP, contrarrestando la influencia autonómica de la Generalitat de Cataluña y matizando el papel de su presidente, Jordi Pujol, ante el Gobierno de España, al que apoyaba mediante un pacto de legislatura. Sin embargo, el desalojo de Jaume Matas del Govern Balear en 1999 y la mayoría absoluta del PP en el Congreso de los Diputados al año siguiente, haciendo prescindible el respaldo de CiU, habían dejado obsoleta aquella estrategia.

La inmediata incorporación de Matas al proyecto territorial de Maragall partió el fuselaje del eje de la prosperidad entre Madrid, Valencia y Palma
Camps se ha reunido con Valcárcel hasta veinte veces, mientras que con el resto de presidentes vecinos los encuentros han sido mínimos o nulos
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Centralidad contra eurorregión

Aunque Matas regresó al Govern en 2003, Camps no invocó los restos de esta alianza hasta que, como consecuencia del resultado de las elecciones generales celebradas en marzo de 2004, el PSOE tomó las riendas del Estado y anunció la derogación de la parte del Plan Hidrológico Nacional referente al trasvase del Ebro. Tan sólo tres meses después el PP reaccionó y los presidentes de las comunidades valenciana, balear y madrileña se reunieron en Palma de Mallorca para firmar dos protocolos de colaboración con el deseo de reforzar un proclamado "eje de la prosperidad Madrid-Valencia-Baleares", nombre que de acuerdo con la literatura del encuentro derivaba de "unas intensas relaciones económicas y comerciales generadoras de bienestar y riqueza". Esta nueva geoestrategia, según sus impulsores, no pretendía implantarse como un grupo de presión para vehicular la oposición del PP al Gobierno, sino que perseguía influir en la reforma del sistema de financiación autonómica en beneficio de tres comunidades que juntas generan el 29,3% del producto interior bruto, con sólo el 7% de la superficie y el 26% de la población.

Sin embargo, esa nueva pancarta, que de algún modo recogía la sintonía estratégica de los años anteriores entre Alberto Ruiz-Gallardón y Eduardo Zaplana, no ha vuelto a desplegarse. El fuselaje del eje de la prosperidad se partió apenas unos días después de ese encuentro, cuando Matas se incorporó al proyecto de eurorregión impulsado por el socialista Pasqual Maragall, ahora presidente de la Generalitat de Cataluña, a la vez que aconsejaba a Camps que se vinculase a esa estrategia. Desde su punto de vista, la eurorregión "contempla muchas posibilidades de futuro" y, además, "no plantea incompatibilidades" con el eje de la prosperidad. Pero para entonces Camps ya tenía decidido que el único eje de su política interautonómica era la reivindicación del derogado trasvase del Ebro, de escaso gancho en Madrid y Baleares, pero de interesante atractivo electoral para los gobiernos de la Comunidad Valenciana y Murcia.

En ese sentido, el presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, ha absorbido la agenda geoestratética del presidente de la Generalitat. Con él ha mantenido Camps en estos dos años la más intensa y frecuente relación oficial nunca abrigada por un presidente valenciano con homólogo alguno. Hasta 20 veces han llegado a reunirse para defender a dúo casi siempre el mismo argumento -la reivindicación del trasvase paralizado-, mientras que con el resto de presidentes de comunidades vecinas, o con intereses comunes, los encuentros, cuando no nulos, han sido mínimos. Con todo, el principal movimiento geoestratégico en el que ha participado el Consell ha sido la cumbre de líderes del PP del Arco Mediterráneo, celebrado a principios de abril en Murcia. Pero aunque esta reunión, que cristalizó con un documento denominado la Declaración de Murcia, superaba en su planteamiento el habitual reduccionismo hidráulico y reclamaba una adecuada mejora de las comunicaciones del corredor mediterráneo, la homogeneidad política de sus participantes simplificó su impacto a un mero acto regional de partido en la oposición contra el Gobierno central.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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