La indiferencia

La semana pasada fue lapidada, en una zona rural al norte de Kabul, Amina, una mujer de 29 años condenada por adulterio (a su compañero de "delito" lo despacharon con "sólo" 100 latigazos). Al margen de los condicionantes concretos del caso en el que, al parecer, no se han respetado ni los procedimientos más duros del propio sistema judicial del país en cuestión, no dando tiempo a ningún tipo de reacción internacional como en otras ocasiones, yo me pregunto: ¿por qué no ha sido primera noticia en los medios tamaña injusta crueldad?, ¿dónde está la opinión de los líderes políticos adalides de la libertad en Afganistán y en otros países?, ¿dónde están los ejércitos que velan por la democracia en aquella zona del mundo?, ¿dónde está la dignidad profesional de tantos periodistas que no han dedicado la mínima atención al asunto?, ¿dónde está la Iglesia católica, tan proclive y rápida a pronunciarse en otros temas conocidos por todos, que no ha iniciado todas sus intervenciones públicas con el mensaje tan explícito de Jesucristo sobre quién puede tirar "la primera piedra"?, ¿en qué ocupación andamos todos los ciudadanos del mundo "civilizado" que no tenemos hueco en nuestras prioridades para rebelarnos?, ¿alguien a este lado ha sentido un escalofrío de terror consecuentemente global?... Demasiadas preguntas que quedan sin respuesta una y otra vez. Pero el futuro y la vida de Amina y de tantas otras víctimas se hunden en el más horrible de los infiernos: la indiferencia.