Huevos campechanos
Sabiendo que le compararán con Karlos Arguiñano, el cocinero José Andrés llega a la televisión sin ánimos rupturistas. Vamos a cocinar (La Primera, TVE, sábados y domingos a las 14.00, con permiso de las desconexiones territoriales) asume la herencia de Arguiñano y adopta algunos recursos del maestro: gusto por lo tradicional, espontaneidad, poca sofisticación y una campechanía trufada de hurras patrióticos que ensalzan los productos nacionales. Espárragos navarros, vinagre jerezano, bonito cántabro, sobrasada balear, todo le sirve a Andrés para subrayar, con adjetivos que mezclan el diminutivo y la exageración (ejemplo: "superblandita"), las joyas de la gastronomía patria.
Vamos a cocinar incluye una visita al mercado o a una tienda especializada, la preparación de recetas necesarias para una buena comida y la visita relámpago de un personaje conocido, recuperando parte de la fórmula de Con las manos en la masa. Para escenificar esta obra con cocinero vestido de paisano, se crea la ficción de que Andrés está en su casa cocinando, contando las virtudes de los productos o trucos bastante útiles. En cada programa recibe la visita de algún famoso (el sábado, Tonino; el domingo, Ana Duato) que se limita a constatar lo rico que está todo.
Como los cocineros y bricomaniáticos televisivos, Andrés habla en primera persona del plural. "Limpiamos la ensalada", dice, aunque en realidad la limpia él mientras nosotros le miramos con el dudoso propósito de emularle algún día. Obsesivamente didáctico, coloquial, aprovechando el tiempo al máximo, su tono producirá, según los gustos, rechazo o devoción. Pero no hay duda de que lo que preparó este fin de semana parecía delicioso, sobre todo los huevos fritos con chorizo, que Ana Duato devoró con un hambre que dice mucho a su favor.
Al condimento dietético se le suma el aliño de datos: por qué los espárragos blancos son blancos y qué patatas se fríen mejor. A Arguiñano, referencia inevitable del género, se le critican sus excesos: canciones, desvaríos y chistes malos. Estas salidas de tono, sin embargo, forman parte de un estilo felizmente delirante que no funcionaría si los platos no fueran ricos.
No sé si siguiendo los consejos de un guionista o por iniciativa propia, Andrés también tuvo su minuto delirante. Cual muñeco joseluismoreniano, dialogó con un cogollo, un recurso innecesario. "¿De dónde eres?", le preguntó al cogollo. Y, con voz de Barrio Sésamo, él mismo respondió: "De Tudela". Para justificar el patrocinio, se incluyen los rugidos del minipimer, que acompaña un proceso de elaboración en el que Andrés no se obsesiona con los pesos y medidas. ¿Proporciones? "A ojo", dice, y le echa más agua a la sopa. O sea: como los audímetros.
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