Exportar Japón
Dos profesores exponen las posibilidades académicas y culturales del país asiático
Han volado 30 horas -diez más que desde Tokio- para presentar su universidad y su entorno: flores silvestres en primavera, volcanes humeantes en activo, manantiales calientes y templos samurái. La vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Kagoshima, Maki Oshima y el profesor Shigeto Tominaga visitaron la Politécnica la pasada semana para explicar a través de dos charlas organizadas por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño las posibilidades de estudiar en esta universidad emplazada en la punta sur de Japón. Cerca de 30 estudiantes acudieron a la cita.
Algunos como José Reina porque el próximo abril, mes en que arranca el curso en Japón, estudiará en Kagoshima en busca de una especialización en Ingeniería Civil Oceánica inconcebible en Europa; el informático Óscar Dorado se irá a Praga pero toma notas para un amigo, que se marchará a Japón y está trabajando, mientras que Diego Alegre, becario de la Oficina de Relaciones Internacionales, atiende para atender a otros.
El intercambio con Asia es testimonial. El subdirector de Relaciones Internacionales de Diseño, Pedro Fuentes, explica que desde que se firmó el convenio con Kagoshima hace un lustro sólo se han marchado 4 estudiantes y 3 eran de su centro. El convenio permite el intercambio anual de 3 estudiantes. Y Kagoshima sólo es una universidad porque la Politécnica tiene suscritos convenios desde 1997 con 7 universidades japonesas y otras 2 de Taiwan, desde hace dos.
Para estimular el intercambio, la Politécnica desarrolla un programa, el Promoe (Programa de Movilidad Estudiantil), para becar a estudiantes que deseen estudiar en universidades de Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia y América Latina con las que tiene convenio. La ayuda mensual para el estudiante oscila entre los 241 y 481 euros, más una bolsa de viaje de 600.
Hasta ahora la universidad es más destino que origen Promoe ya que el curso pasado recibió a 303 estudiantes, entre los que había 5 japoneses y envió a 119 universitarios, yendo 3 a Japón. Acciones como la conferencia de los profesores japoneses cuyo desplazamiento pagó la universidad pretenden estimular la movilidad.
La Universidad de Kagoshima, según explicaron los profesores, con cerca de 10.000 universitarios y una plantilla que rebasa los 1.700 docentes, es una de las punteras del país. Indicaron que el gobierno japonés concede una beca de 535 euros para los alumnos de postgrado más integrados en la cultura autóctona y que el coste mensual mínimo (manutención y habitación de estudiante) asciende a 400 euros. Una posibilidad de financiación es trabajar de instructor de lenguas (13 euros/ hora) o de dependiente (4 euros).
En un inglés impecable, en algunos casos, y un balbuciente español en otros, los embajadores desgranaron Japón. Con magníficos vídeos que combinaban información universitaria y turística, ambientados con música de Norah Jones y cuyo contenido informativo en sociedades como la actual se obtiene, en muchas ocasiones, a golpe de ratón aunque sin un tan sugerente envoltorio exportador.
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