Brufau 'busca' petróleo en Repsol
Cambia en seis meses el modelo de gestión, sanea las cuentas y fija como prioridad obtener más crudo
Antonio Brufau, que lleva seis meses al frente de Repsol YPF, quiere cambiar el grupo en cuatro o cinco años y para ello ha implantado ya una nueva estructura funcional, ha removido de sus puestos al 60% de los directivos, y ha impuesto un drástico plan de saneamiento. Además, ante sus escasas y decrecientes reservas, ha fijado la exploración y la producción de crudo como eje del Plan Estratégico 2005-2009.
Su equipo dice que ha revolucionado la gestión, pero otros califican de 'tsunami' el estilo y los efectos de la llegada del ejecutivo catalán
Brufau ha tomado sus decisiones, y eso se lo reconocen los críticos, tras un "autentico maratón" de encuentros con la plantilla y los directivos
Un 60% de la élite ejecutiva de Repsol YPF, que integran unos 250 de sus 30.000 empleados, ha cambiado en los últimos seis meses de funciones, posición dentro de la compañía e incluso de país de residencia. Los más cercanos a su nuevo presidente señalan que Antonio Brufau "ha hecho una auténtica revolución en el estilo de gestión", mientras que otros empleados bautizan de tsunami el estilo y los efectos de la llegada del ejecutivo catalán a Repsol.
"Lo peor es la cultura de la autosatisfacción". Es un lema favorito de Brufau y no se ha limitado a pregonarlo. Lo ha aplicado a las cuentas, a la estrategia y a los recursos materiales y humanos.
A las cuentas de 2004 que llevará a la consideración de los accionistas el 31 de mayo, junto con un Plan Estratégico 2005-2009, les ha aplicado un drástico saneamiento, aflorando pérdidas extraordinarias por 682 millones (la mayoría en el cuarto trimestre), al tiempo que ha revelado que Repsol tiene un 4,1% menos de reservas de crudo de las que creía.
Esta falta de reservas, junto a la buena marcha de otros negocios como las refinerías o el químico, explica el que los nuevos gestores hayan convertido el área de exploración y producción en el motor del plan estratégico que están elaborando. "Repsol será una compañía diferente en cuatro o cinco años", dice Brufau, pero "siendo lo que somos, aunque más grandes".
Las líneas del plan estratégico, según ha desvelado Brufau a varios bancos de inversión, son el crecimiento selectivo, la diversificación geográfica, la aplicación de buena parte del esfuerzo inversor a proyectos de upstream (exploración y producción), con posibles compras de reservas, disciplina financiera y contención de costes.
Conforme a estos planteamientos, Repsol ha cerrado ya acuerdos para incrementar sus reservas y áreas de exploración en Venezuela, con la compañía estatal y con Chevron Texaco, ha descubierto junto con BP una nueva bolsa de gas (360 millones de barriles equivalentes) en Trinidad y Tobago, y se ha adjudicado un bloque exploratorio en Liberia. En gas sigue estrechando lazos con Gas Natural, su antigua compañía, con la que acaba de suscribir un acuerdo para negocios de gas natural licuado.
El tercer eje de esta "revolución Brufau", según sus colaboradores y responsables de comunicación, ha sido la introducción de un cambio de cultura radical en la petrolera que prima la descentralización en la gestión y su orientación a los mercados, la agilización en la toma de decisiones y la vinculación directa de la responsabilidad del directivo a los resultados de las actividades que gestiona. Y la adecuación a esta nueva cultura, además, del organigrama directivo.
Lo primero fue, en enero, la asunción por el propio presidente de las funciones de consejero delegado y la introducción de una estructura del grupo basada tres grandes áreas de negocio encabezadas por directores generales: Latinoamérica (Argentina, Brasil y Bolivia), que dirige Enrique Locutura; Upstream (exploración y producción), a cargo de Nemesio Fernández-Cuesta; y Downstrem (refino y comercialización), dirigida por Pedro Fernández Frial.
Al adelgazamiento en el aéra corporativa han seguido más de 90 movimientos en la alta dirección y una tercera parte de ellos han afectado a ejecutivos que han optado por abandonar el grupo mediante prejubilaciones o bajas incentivadas. Se han ido, entre otros, el ex consejero delegado Ramón Blanco, el ex vicepresidente Miguel Ángel Remón, y los responsables de GLP y de Refino y Marketing en Europa, Manuel Guerrero y Jorge Segrelles. El relevo le ha costado en indemnizaciones a Repsol 40 millones de euros.
En cualquier caso, y esto se lo reconocen hasta sus críticos, Brufau ha tomado sus decisiones tras realizar un "auténtico maratón" para conocer a toda la plantilla y a los directivos, con los que se ha reunido al menos dos veces en los últimos seis meses.
Los cambios, más allá de los nombres, han supuesto desburocratizar y agilizar la toma de decisiones. Los comités se han reducido de 20 a 4 miembros, y la planificación y materialización de inversiones se dedice en cada área de negocio con celeridad, tres o cuatro días para aprobar partidas cuya luz verde requería antes meses. "Se trata de no perder oportunidades y que cada cual sea responsable de sus decisiones", explican fuentes del equipo de Antonio Brufau.
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