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Reportaje:

Un 'airbus' por 20 millones de camisas

Trece países de la UE, entre ellos España, presionan a Bruselas para que sea más "contundente" con el 'gigante'

Airbuses contra camisas. Europa contra China. "¿Tengo que recordarles que para comprar un Airbus A320 necesitamos el dinero que hemos conseguido con la venta de 20 millones de camisas?", preguntaba, hace unos días en Bruselas, Liu Youhou, representante del Ministerio de Comercio chino ante la UE. Valeria Fedeli, presidenta del sindicato europeo del textil, respondía, desde otra tribuna: "Nuestra federación jamás aceptará que el sector sirva de moneda de cambio en el marco de grandes maniobras comerciales". Euratex, la patronal europea, y el sindicato, van, en este caso, de la mano con cifras que suenan a doblar de campanas: 1.000 empleos y 50 empresas perdidos al día, con una proyección de un millón de puestos de trabajo volatilizados de aquí a finales de 2006 en la Unión, ante la avalancha de productos textiles llegados de China.

"Espero encontrar el modo de controlar este fenómeno", confía Jacques Chirac, mientras Peter Mandelson, comisario de Comercio de la UE, habla de "grave preocupación" y propone una negociación por las buenas para que Pekín se autocontrole. Trece países de la Unión le reclaman más contundencia, y otros doce contemplan el espectáculo desde los márgenes, inquietos por las consecuencias de librar una batalla perdida de antemano contra un gigante asiático que ya ha preguntado a Europa si es consciente de las consecuencias económicas y comerciales de imponer límites a sus exportaciones textiles.

La guerra comercial no ha estallado entre la UE y China, y es lo último que desean unos y otros. Pero la escalada verbal es patente, los ánimos están muy caldeados y el malestar salta a la vista. En un reciente acto organizado en Bruselas por Euratex y la Federación Sindical Europea del Textil fueron soltados miles de globos azules, el color de la bandera de la Unión, que rápidamente se perdieron en el cielo. "Ahí van un millón de empleos", dijo Filiep Libeert, presidente de Euratex, antes de lanzar una filípica contra la estrategia comercial china y, en menor medida, contra la Comisión, a la que reprochó que adoptara ya tarde medidas insuficientes de protección del textil europeo.

La crisis nace de la invasión de productos textiles y de confección chinos una vez eliminadas, el pasado 1 de enero, las cuotas que durante 40 años han regido en Europa. La medida fue aprobada en 1995 en el marco de la Organización Mundial de Comercio, pero nadie se esperaba entonces que, diez años más tarde, China fuera a estar en condiciones de asaltar tan fácil y agresivamente la fortaleza europea. Según Libeert, sólo en 2004 el sector perdió 165.000 empleos y 11.500 empresas en la UE.

El fin de los contingentes se ha traducido en una invasión que, de prolongarse, coloca al sector al borde de la extinción. En el primer trimestre, las importaciones de China han subido en volumen un 50%, según los datos de Pekín, con picos tan extraordinarios como el 534% de los jerséis o el 413% de los pantalones masculinos. Cifras matadoras. En la reunión en que Libeert arengó a sus huestes, era palpable la desesperación de algunos, como el pequeño industrial heredero de una firma familiar con varias generaciones de historia que pidió poco menos que lanzarse a las barricadas, contra Bruselas, contra la Comisión, contra Mandelson, contra los chinos, contra todo. "¡Qué más da, si dentro de poco vamos a estar todos muertos!", gritó.

Euratex y el sindicato acusan a China de estar embarcada en una estrategia perfectamente planificada de laminación de la competencia y búsqueda del monopolio, ayudada por las peculiaridades de un sistema que concede créditos no reembolsables, tiene una moneda depreciada, practica el dumping social y económico y ofrece subsidios estatales sin fondo. Según explica la sindicalista Fedeli, Europa sabe que no puede competir con salarios, pero tampoco en otras vertientes: 60 horas de trabajo semanales en China, no sindicación, no negociación colectiva. "La globalización no puede lograrse a costa de las condiciones laborales ni del medio ambiente", dice.

No son pocas las voces en Europa que reprochan al sector que no haya aprovechado los diez años de transición de 1995 a 2005 para prepararse al desafío. Entre los políticos, el ministro sueco de Comercio e Industria, Thomas Ostros, ha sido el más brutal: ha dicho que considera "muy preocupante el aumento de las ideas proteccionistas, porque a la larga eso significa menos crecimiento y menos empleo. No es sostenible protegernos ahora de las importaciones".

"El ministro es un irresponsable", responde un iracundo Libeert. "Si le hacemos caso, vamos a un insostenible mundo de consumidores sin empleo". Euratex dice que no quiere medidas proteccionistas, sino competir en igualdad de condiciones con los chinos: que desaparezcan los tratos de favor internos y que el gigante asiático abra también sus fronteras a la competencia. Libeert señala que el sector se siente traicionado por la poca voluntad de lucha que ve en las instituciones europeas. "Tengo la impresión de que las pérdidas de empleo son consideradas como algo natural, que no generan titulares en los periódicos".

Mandelson ha decidido intervenir, una vez recibidas las cifras oficiales sobre la subida en flecha de las importaciones textiles chinas. Pone el énfasis en nueve: jerséis (cuyas importaciones en volumen, que han subido el 534% con respecto al primer trimestre de 2004), pantalones de hombre (413%), tejido de lino (257%), blusas (186%), medias y calcetines (183%), camisetas (164%), abrigos de señora (139%), sujetadores (63%) e hilo de lino (51%). La idea del comisario es primar la vía amistosa con China, conforme a una estrategia presentada a mediados del mes pasado: abrir una investigación de dos meses de conversaciones informales para intentar convencer a los chinos de que autocontrolen su furor exportador, seguidos de otros tres de negociaciones formales en el marco de la Organización Mundial de Comercio. En este caso, ya desde el principio se limitarán la exportaciones chinas a un 7,5% más de las habidas en los doce primeros meses de los 14 que precedieron a la apertura de las negociaciones.

Mandelson dice que el asunto es lo suficientemente complejo como para andarse con pies de plomo. Hay muchos intereses que considerar, además del sector del textil europeo: los consumidores, que se benefician de caídas de precios; los fabricantes europeos que producen ya en China; las cadenas de distribución, que importan a precios muy favorable. Y también China. "Se equivocan los que creen que voy a declararle una guerra", subraya.

Nadie quiere desencadenar un conflicto con el segundo socio comercial de la Unión, que tiene a la UE como primer socio, y más considerando que las medidas proteccionista que pudieran imponerse en el marco de la OMC no pueden superar el año 2008, cuando desaparecen todas las cláusulas de protección comercial. Pero algunos Gobiernos tienen acuciantes intereses que defender, con el de Francia en primera línea, batiéndose a la desesperada en vísperas de la votación de la Constitución europea, que algunos consideran pone en peligro el modelo social europeo.

De los 13 países que dicen querer más contundencia de Bruselas ante Pekín, entre ellos España, Francia ha sido el primero en reclamar esta semana que Mandelson renuncie a la vía de la negociación amable y se ampare en la OMC para imponer los límites inmediatos del 7,5% a las importaciones textiles chinas. La Comisión ve un peligro en esta división entre los partidarios de la cautela y los agresivos, porque de esa fractura intentará sacar partido China.

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