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Reportaje:

Un 'topo' comunista en el Vaticano

El padre Hejmo, que organizaba visitas de polacos en Roma, acusado de espiar a Juan Pablo II

Cualquier servicio de espionaje que se precie lo hubiera comprendido desde el principio. ¿Quién mejor que un religioso polaco para infiltrarse en el entorno de Juan Pablo II -protegido en el Palacio Apostólico por una fiel corte de compatriotas- y obtener así información privilegiada? Al parecer, los servicios secretos de la Polonia comunista lo vieron claro desde el principio, y a instancias de Moscú, enviaron a Roma, unos meses después de la coronación de Juan Pablo II, a un contacto operativo llamado en clave Dominik o Hejnal. Su misión era recoger información sobre los movimientos del Papa, que se presentaba ante el bloque soviético como un enemigo formidable, tener controlados a sus colaboradores y tomar buena nota de los polacos que se dejaban caer por la Santa Sede. Sólo ahora, tras la muerte de Karol Wojtyla, el Instituto Nacional de la Memoria de Varsovia se ha decidido a hacer público el nombre de este supuesto espía. Se trata de Konrad Stanislaw Hejmo, un fraile dominico de 69 años, locuaz y comunicativo, muy conocido en los círculos vaticanos, que llegó a Roma en 1979 para trabajar en la Radio Vaticana, y que desde 1984 dirigía la agencia Corda Cordi, responsable de la gestión de los viajes a Roma de millones de peregrinos polacos. Aparentemente, estaba en excelente sintonía con Stanislaw Dziwisz, secretario personal del Papa.

"No he colaborado nunca con los servicios secretos. Pero pueden haberme utilizado"

La noticia cayó como un mazazo en Roma. Sobre todo por el prestigio de la institución y porque la acusación está documentada en un archivo de casi 800 páginas, en el que figuran las sumas de dinero recibidas por el agente Hejmo. Desconcertado por la noticia, Konrad Dominik pensó en subirse en el primer avión a Varsovia, pero el provincial de los dominicos polacos, Matias Zieba, y el arzobispo Dziwisz, le aconsejaron regresar a casa y aguantar el chaparrón. Hejmo contó su versión de los hechos a la televisión polaca, desde su casa de Monteverde. "No he sido nunca un colaborador de los servicios secretos. Todo lo más, pueden haberme utilizado sin yo saberlo", declaró.

Casi una admisión de su culpa, si no deliberada, sí por error. Hejmo explicó a los periodistas polacos que desde sus años como estudiante de filosofía y teología en Roma, se dedicó a recoger información y artículos sobre la Iglesia por encargo del episcopado polaco. A aquella época se remonta su encuentro con un misterioso católico polaco residente en Colonia, donde trabajaba supuestamente para los obispos alemanes. Según Hejmo, este personaje solía estar presente en todos sus encuentros con religiosos polacos y se ocupaba de grabar las conversaciones.

¿Y el dinero recibido? El fraile recordó que los mismos sacerdotes que le presentaron al misterioso polaco de Colonia, le hacían generosas donaciones que él, como estudiante sin recursos, aceptaba encantado. Hejmo teme que el polaco de Colonia pudiera ser, en realidad, un espía de la Stasi.

El padre Hejmo revisa el diario <i>L&#39;Osservatore Romano</i>, que dedicaba su portada al estado de salud de Juan Pablo II, el pasado 25 de febrero.
El padre Hejmo revisa el diario L'Osservatore Romano, que dedicaba su portada al estado de salud de Juan Pablo II, el pasado 25 de febrero.REUTERS
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