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Reportaje:

Méxicos contrapuestos

Artistas del país norteamericano explican en el Museo Guggenheim sus ideas sobre la creación contemporánea

El México precolombino de la exposición El imperio azteca entró ayer en el Museo Guggenheim Bilbao en contraposición con las ideas de los artistas contempóraneos de ese país que han emprendido una carrera internacional. Son tres creadores que siguen caminos muy distintos -performance, fotografía, dibujo o escultura- y que explicaron su ruptura con un pasado de lugares comunes para emprender nuevos caminos.

"Es dificil hablar del arte mexicano como categoría, no hay una representación nacional", señaló Carlos Amorales (México DF, 1970), un artista conceptual de performance, interesado también en la animación. Junto a Amorales fueron invitados a hablar de arte contemporáneo, Pablo Helguera (México DF, 1971) y Betsabeé Romero (México DF, 1963).

"Lo más interesante de la cultura mexicana es la hibridación"

Amorales ha desarrollado su obra entre su país y Amsterdam y es propietario de la discográfica de rock Nuevos ricos; Helguera se formó en Chicago y expone con regularidad en Estados Unidos, y Romero estudió en París antes de afincarse de nuevo en su país para centrarse en el automóvil como icono de la cultura contemporánea. El director del Museo del Barrio de Nueva York, Julián Zugazagoitia, asegura que el arte que genera la capital mexicana goza de la fuerza y la unidad de ser "una comunidad chica, en la que todo el mundo se conoce", pese a tener 20 millones de habitantes. "Es, además, el momento en que se recibe más información y en el que hay más circulación de artistas mexicanos por todo el mundo", añadió Zugazagoitia, para quien lo más interesante de la cultura mexicana es "la hibridación".

El arte azteca y las otras culturas anteriores a la colonización española fue importante en su educación, pero a los artistas les espanta que les consideren sus herederos. "Hace diez o 12 años los artistas tenían a nivel pictórico, en la superficie, una iconografía relacionada con lo prehispánico", recordó Zugazagoitia, nieto del periodista y político republicano del mismo nombre y ex colaborador del Guggenheim de Nueva York. "Esta generación que hoy circula por la escena internacional ya no tiene que ver con la recuperación de iconos mexicanos". "En contraposición al neomexicanismo que utilizó esa iconografía, ha surgido en nuestra generación un rechazo. Prefiero evitar esos símbolos, porque creo que sobran discursos nacionalistas", apostilla Amorales

Betsabeé Romero cree que se hizo de esa imagen del arte mexicano una utilización política y comercial, apoyada directamente por el Estado. "Se volvió una estrategia de mercado entrar con un nuevo producto, pero con la misma imágen folclórica, banal, que nos dejo un panorama difícil a los artistas. Se convirtió en un tabú". Ella se atreve ahora a utilizar esa iconografía de forma provocativa, mezclándola, por ejemplo, con neumáticos.

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Los artistas pasarán de la teoría a la práctica en los próximos meses. Amorales presentará una exposición en el Artium de Vitoria el próximo mes de junio y, antes de fin de año, Romero, que impartirá un taller con jóvenes artistas vascos en el Guggenheim, inaugurará una muestra en Salamanca.

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