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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una guerra perdida

La Unión Europea y China se encuentran a las puertas de una guerra comercial por el notable incremento que han experimentado en los últimos tres meses las importaciones de productos textiles chinos a la Unión -más de un 50% de media y en algunos casos hasta un 534%- tras la liberalización total del mercado el pasado 1 de enero. Ir a la Organización Mundial de Comercio (OMC) cuando hay sólidos fundamentos es razonable. Está por ver, sin embargo, que esos fundamentos estén justificados en este caso simplemente por el hecho de que la liberalización esté dañando a la industria del sector en una Europa que también tiene fuertes intereses exportadores hacia China.

Trece de los 25 países de la UE, entre ellos Francia, Italia y España, estiman insuficiente la estrategia de abrir un periodo de dos meses de investigación y de contactos semioficiosos con China para persuadirla de que contenga sus exportaciones en nueve líneas de producción, además de verificar si se cumplen las condiciones necesarias para establecer medidas de control inmediato sobre las importaciones de textiles chinos. El Gobierno francés pidió ayer mismo a Bruselas que acelere el procedimiento y recurra ya al amparo de la OMC. Eso significa un plazo de tres meses de negociación formal y el establecimiento de una cláusula de salvaguardia temporal que establece que China deberá limitar el incremento de sus exportaciones al 7,5% anual con respecto al año anterior. Chirac, que ha hecho del caso una bandera para defender la Constitución europea en el referéndum del 29 de mayo, dice que Pekín está invadiendo sin reglas el mercado europeo.

No todos lo piensan así, empezando evidentemente por las autoridades chinas, que han puesto el grito en el cielo ante lo que consideran un claro gesto de proteccionismo. El director general de la OMC entiende también que los europeos no han hecho suficientemente sus deberes durante los 10 años de transición antes de la liberalización del mercado. Del lado del Viejo Continente voces tan autorizadas como la del ex comisario Mario Monti señalan que los países de la UE no han sabido prepararse para algo que estaba cantado. Se estima que sólo en Francia causará la pérdida de más de 7.000 puestos de trabajo este año y más de 70.000 en España en los próximos cinco. Pero la solución no pasa por paños calientes, sino por la innovación tecnológica o por fórmulas pragmáticas como la de trasladar la producción a otros países.

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