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INVESTIGACIÓN SOBRE EL TERRORISMO ISLAMISTA EN ESPAÑA

Un móvil clonado evitó el estallido de la bomba que fue desactivada

Jorge A. Rodríguez

Los investigadores policiales están convencidos de que la única bomba del 11-M que pudo ser desactivada no estalló porque junto a ella pudo haber un teléfono móvil clonado del que llevaba el propio artefacto como iniciador. Es más, incluso sospechan que el teléfono clonado podía ser el de otra de las bombas que estallaron o incluso de uno de los terroristas. No obstante, la Policía Científica admite que no tiene una teoría cerrada sobre por qué no funcionó el mecanismo en tres bombas (dos tuvieron que ser explosionadas), pero sí en otras 10.

La Comisaría General de Policía Científica hizo todo tipo de pruebas con el teléfono Trium T-110 azul, con el número 652.282.963, que fue hallado en la única bomba que no explotó y que pudo ser completamente desactivada. En todas las ocasiones, menos en una, el teléfono funcionó y los detonadores que le fueron conectados al vibrador del aparato (para que se activara con el despertador del aparato) explotaron, según el informe de los técnicos en desactivación de explosivos (TEDAX).

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Tras los estudios, la policía concluyó: "Al tratarse de IMEI [siglas que definen el número de identificación del aparato telefónico] manipulados, existe la posibilidad de que cuando trató de activarse el mecanismo, al así determinarlo la hora señalada en el despertador, se diera la casualidad de que en la misma zona estuviera activado otro teléfono con el mismo IMEI, lo que hubiera provocado que el repetidor [antena o poste de telefonía móvil] anulara uno de los dos, resultando anulado el de la bomba".

El de otro terrorista

Pero esta teoría, para los investigadores consultados, es una inmensa casualidad. Más bien creen que el fallo se debió a que, bien el teléfono móvil colocado en otra de las bombas, bien el aparato que llevaba alguno de los terroristas, compartía IMEI con el del artefacto paralizado.

Esa bomba fue localizada en la estación del Pozo del Tío Raimundo y, justo después de los atentados, uno de los hoy presos por el 11-M, Abderrahim Zbakh, fue visto hablando por teléfono por la misma zona. Uno testigo protegido lo reconoce sin ningún género de dudas como el hombre que salió huyendo de la zona quemando ruedas a bordo de un Mercedes.

El testigo aseguró que primero vio a una persona agazapada entre unos matorrales en las proximidades de la estación, cuando ya se habían producido los estallidos. El hombre portaba un aparato grande y negro en la mano, que el testigo pensó que era un radiotransmisor, y también un teléfono móvil.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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