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El modelo sueco de bienestar, en tela de juicio

El primer ministro socialdemócrata, Göran Persson, medita su retirada de la vida política

El primer ministro sueco, el socialdemócrata Göran Persson, anunció el martes que estudia su retirada política después de una década al frente del Gobierno. Aunque el propio interesado aplazó su decisión a la celebración del congreso del Partido Socialdemócrata a fines del próximo octubre en Malmoe, el mero hecho de hacer pública su reflexión ha puesto de manifiesto no sólo el fuerte desgaste político sufrido por su Gobierno en los últimos meses, sino también, según algunos analistas, el agotamiento del modelo de bienestar sueco en un mundo cada vez más globalizado.

La deficiente gestión de la ayuda al millar y medio de víctimas suecas del tsunami -el retraso con que se informó de la tragedia abrió una brecha emocional entre el Gobierno y los ciudadanos-, el anuncio de nuevas subidas de impuestos y el incremento del desempleo se han unido para castigar a los socialdemócratas en los sondeos, que por primera vez en mucho tiempo auguran una victoria del llamado bloque burgués, integrado por cuatro partidos de derecha, en las elecciones legislativas previstas para otoño del año que viene.

Una encuesta del Instituto Temos, del pasado 26 marzo, otorgaba a la coalición del centro-derecha el 51,3% de los votos frente al 45,8% que lograría el Partido Socialdemócrata y sus aliados del Partido de la Izquierda (ex comunista) y del Medio Ambiente. Otro sondeo publicado la semana pasada y realizado por la empresa Demoskop AB aumentaba la ventaja de los conservadores a siete puntos.

Desempleo

Pero quizá el golpe más duro ha venido de las propias filas socialdemócratas. Hans Karlsson, antiguo eurodiputado y economista de la Central Obrera (LO), el gran sindicato aliado del Gobierno, declaraba hace unos días al diario Dagens Industri que el desempleo real no es del 5,5% como se asegura oficialmente, sino "que se encuentra entre el 20% y el 25%". Karlsson incluye en ese porcentaje las bajas médicas de larga duración -un auténtico problema para la economía sueca-, las jubilaciones anticipadas y a los que tienen contratos en prácticas.

Algunos analistas, citados por la agencia de información económica Bloomberg, sostienen que el crecimiento de la economía sueca -el 3,2% previsto este año y el 2,7% en 2006- no se está traduciendo en creación de empleo, al tiempo que llegan sin cesar trabajadores extranjeros dispuestos a cobrar salarios mucho más bajos. Según un informe de la auditora Deloitte&Touche, los costes laborales en Suecia son los sextos más altos de 19 países europeos analizados y, de acuerdo con los cálculos de la federación de empresarios Svenskt Naeringsliv, hasta medio millón de puestos de trabajo se pueden perder en los próximos cinco años si continúa la emigración de empresas fuera de Suecia.

Los efectos de la globalización se suman a la división que produce la idea de Europa en la sociedad sueca. Miembro de la Unión desde 1995, Suecia rechazó en referéndum en 2003 integrarse en el euro. En aquel entonces los partidarios del no -la izquierda socialdemócrata, los ex comunistas, los verdes y el Partido del Centro, de tradición agraria- lograron derrotar al Gobierno de Persson con la ecuación euro = pérdida de soberanía = fin del Estado de bienestar. Ahora viene el segundo round de ese combate con la ratificación a fin de año de la Constitución europea y con los mismos protagonistas en cada bando. El ex diputado del Partido de la Izquierda, Jens Holm, resume la división: "La Constitución va a convertir Europa en un solo Estado y ésa es una idea que no nos gusta nada. Implica cambios muy grandes y queremos que se decida en referéndum y no en el Parlamento, como quieren el Gobierno y la derecha, para que haya un debate más profundo".

De momento, los últimos sondeos están a su favor: el 58% de los suecos quiere un referéndum, frente al 32% que comparte la opinión del Gobierno. En cuanto al resultado de ese hipotético plebiscito, las encuestas indican que más del 53% rechaza la Constitución.

Manuel Ferrer, sueco de origen español y portavoz del Partido Socialdemócrata, niega la crisis, que ese referéndum se vaya a celebrar, y admite sólo dos errores: "El desempleo y algunos escándalos como el que las juventudes del partido tengan que devolver dinero al Estado por haber inflado la cifra de sus militantes". Mientras, Persson deshoja la margarita de su continuidad al frente del socialismo sueco.

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