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Reportaje:

El único francés en el que confía Bush

Georges de Paris viste a los presidentes de EE UU desde hace 40 años

Georges de Paris es un hombre romántico y elegante que llegó a EE UU en 1960, con 25 años, en busca de una mujer, y que acabó haciendo trajes para todos los presidentes desde Lyndon Johnson. Ha vestido a Tony Blair, a Kofi Annan y a Paul Wolfowitz, y está orgulloso de ser el primer sastre que ha hecho trajes a un padre y un hijo presidentes, los Bush, aunque ese orgullo quedó brevemente herido en la campaña electoral.

En el primer debate entre Bush y Kerry, las fotos detectaron un extraño bulto en la espalda del presidente. ¿Era un transmisor por el que le soplaban datos? Un científico que trabajó para la NASA, Robert Nelson, aseguró que había algo raro. La Casa Blanca, sin querer dar explicaciones, apuntó que podía ser un traje mal cortado.

El sastre se indignó cuando se le culpó de un bulto en el traje de Bush durante un debate electoral

Al sastre de Bush no le gustó nada: "Claro que me enfadé. La gente dice lo que haga falta por política", explica en su taller de la calle 14, en el centro de Was-hington. "No era el traje, el traje estaba bien hecho. Aquel señor de la NASA necesita volver a la escuela. El servicio secreto no dijo nada, pero el presidente llevaba un chaleco de seguridad". El honor no quedó herido mucho tiempo. "Pensé que era una mala publicidad, pero después he tenido más encargos".

Metro al cuello, gemelos y sujetacorbatas de la Casa Blanca, alfiletero en la muñeca izquierda, Georges de Paris luce una melena espectacular. Habla cinco idiomas, todos regular, pero se entiende con cualquiera. "Y estoy aprendiendo chino, porque tengo una novia china. ¿Por qué no? El amor lo puede todo. Ah, el corazón, le coeur...".

El corazón trajo a EE UU a Georges, que nació en Marsella hace 70 años, hijo de un juez empeñado en que fuera abogado. El sastre creyó haberse enamorado de una americana de origen francés, pero ni la foto enviada ni el dulce carácter que creyó adivinar en las cartas de la chica se correspondían con la realidad. A las tres semanas, estaba durmiendo en la calle. Después de seis meses dando tumbos, la fortuna le sonrió; entró a trabajar en una tienda de ropa, ahorró y abrió su propio taller.

Gracias a la recomendación de un congresista y cliente, Otto Passman, De Paris le hizo un traje al entonces vicepresidente Johnson en 1963. "Él era muy alto, y yo soy pequeño, porque soy francés. Desde entonces, he hecho trajes a todos: a Nixon, a Carter (no hace mucho le he vuelto a hacer), a Ford, a Reagan, a Clinton y a los dos Bush". ¿Quiénes se preocupan más por el traje? "Los republicanos, aunque Clinton era muy exigente. Pero el más pendiente de su aspecto era Reagan".

En política, "ni republicano ni demócrata, soy un sastre", dice, pero se le adivina debilidad por Bush. Cuando va a la Casa Blanca a medirle "hablamos de todo, de fútbol, de béisbol...". ¿Y de Francia? "Claro, sabe que yo soy francés. Una vez me dijo, en broma, que yo era el único francés en el que podía confiar".

Hace cuatro o cinco trajes al mes, aunque "si es algo muy especial y muy urgente, puedo hacer un traje en tres días". ¿Cuánto cuestan? "Son obras de arte. Cuestan, según la tela, de 3.000 a 5.000 dólares (entre 2.300 y 3.850 euros). Mire, esto es lo mejor, scabal, la mejor tela del mundo. Toque, toque. Lana inglesa". De Paris vive para sus clientes y para sus novias -le gustan muy jóvenes-; dice que se mantiene joven "gracias al vino francés"; trabaja "desde las nueve y media de la mañana hasta las once de la noche, señor", y cree que lo más importante para ser un buen sastre es "paciencia y profesión. Si no tienes paciencia, no puedes ser sastre".

Georges de Paris, el sastre de la Casa Blanca, muestra sus telas en el taller.
Georges de Paris, el sastre de la Casa Blanca, muestra sus telas en el taller.J. M. C.

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