Can Zam y política cultural
Medio millón de personas volvieron a reunirse en Santa Coloma para asistir a un concierto organizado por radio Tele Taxi. En otras circunstancias, un evento de esta magnitud llenaría un amplio espacio en todos los medios de comunicación; sin embargo, este acto ha quedado relegado a reseñas mínimas.
El empresario Justo Molinero al grito de "lo nuestro", como seña de identidad de los que un día vinimos de otras partes de España, sobre todo de Andalucía, y mezclando el flamenco, los jamones, el pop, la política, los colchones y "lo que surja" continúa reuniendo la insatisfacción de una población que desde la periferia añora sus raíces y no encuentra un cauce digno y atractivo en la raquítica oferta musical catalana. Medio millón de personas en Can Zam y varios millones en la Feria de Abril deberían ser pista suficiente para que el actual Gobierno tome cartas en el asunto y encare una realidad que, más allá de la pura anécdota musical, se repite en toda el área metropolitana: la de una población emigrante (e inmigrante) que precisa de proyectos integradores con los que identificarse y en los que participar activamente. En el fondo, se trata de una cuestión de justicia social y de inteligencia política no dejar esta tarea en manos de empresarios.
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