Una moto para un rey
Esta es una historia africana que podría empezar como un cuento: "Érase una vez, en un remoto país de África, un rey pobre que suspiraba por tener una moto que le permitiera visitar a sus súbditos...". Podría continuar como un cuento, pero es una historia real: el país es Burkina Faso y el rey en cuestión es su majestad le Kaa-Iya, 29º soberano de la dinastía Gan. Habrá quien piense que este rey no puede tener ninguna relación con Cataluña, pero el mundo es un pañuelo y la globalización hace milagros. Veamos: en septiembre del pasado año, Maite García Ripoll, una joven barcelonesa, viajó a Burkina Faso y conoció al rey Gan en su aldea de Obiré, al sur del país. Tras ser recibida en audiencia frente a una humilde choza, no muy lejos de un gran baobab, Maite le preguntó al rey si había algo que necesitara con urgencia. El rey, un joven de 28 años que heredó la corona hace tan sólo unos meses, fue sincero. "Necesito una moto", dijo, "para poder visitar a mis súbditos. En mi reino, que es muy extenso, viven unas 20.000 personas y algunas vienen a contarme sus problemas. Para poder arbitrar quién tiene razón y quién no, yo debería desplazarme a la zona del conflicto para examinar el tema a fondo, pero no dispongo de transporte propio y a pie o a caballo me lleva mucho tiempo. Una moto me facilitaría mucho las cosas. Especialmente ahora, cuando por culpa de la guerra en Costa de Marfil están regresando muchos de los que trabajaban allí y tengo que buscar tierras para ellos".
La asociación barcelonesa Almazen busca una moto para el rey Kaa-Iya, 29 soberano de la dinastía Gan, de Burkina Faso
La cosa estaba clara: el rey Gan necesitaba una moto, pero su reino era pobre y no disponía, por tanto, del dinero para comprarla. Maite García Ripoll tomó buena nota del asunto y, a su regreso a Barcelona, lo contó en Almazen, una asociación del Raval, creada en 1998, que pretende acercar el arte a la gente de la calle. Los de Almazen (palabra derivada de la suma de alma y zen) son gente inquieta que busca construir nuevos modelos de convivencia y que durante las primaveras de 1998 y 2000 alborotó el Raval convirtiéndolo en un poema visual transitable, gracias al proyecto de la Ciutat de les Paraules. A su directora, Macarena González de Vega, le interesó el tema del rey sin moto y decidió hacer lo posible por conseguirle una motocicleta al sufrido rey Gan. Dio voces, se entrevistó con gente, recurrió a instituciones e incluso creó una dirección para recibir ideas y donativos: lamotodelrey@almazen.net. La moto, sin embargo, sigue sin aparecer. De momento.
Fue precisamente en la sede de Almazen, en el número 9 de la calle de Guifré, donde Roger Gómez, periodista y cámara de televisión free lance, oyó hablar por primera vez, el pasado mes de octubre, del rey que pedía una moto. Intrigado por aquel personaje, y movido por su espíritu de reportero inquieto, voló hasta Uagadugú, la capital de Burkina Faso, y desde allí viajó como pudo hasta Obiré, la remota aldea donde habita el rey Gan. Él también fue recibido en audiencia por el rey, que volvió a insistir, esta vez ante la cámara, en la necesidad de disponer de una moto para gobernar de modo ecuánime. El reportaje, La moto del Rei, lo pasaron hace tan sólo unos días por el Canal 33 (el 15 de abril) y en él podía verse al rey Gan sentado en una silla baja, con una elegante túnica y con unas chanclas color amarillo chillón, argumentando su deseo con vehemencia. Dejaba claro que la moto para él es una necesidad y añadía que no quería ni una moto de gran cilindrada ni tan sólo una moto nueva: se conformaba con un velomotor que le permitiera circular por los sufridos caminos del país Gan para visitar a sus súbditos.
Es evidente que para los reyes europeos, acostumbrados a vivir en palacios y a viajar en carrozas, en Rolls Royce o en yates, una moto no es más que un capricho mínimo, pero para un Rey africano, de esos que viven en una choza y no disponen de presupuesto, no es nada fácil conseguirla. Los de Almazen saben también que, aun en caso de encontrar una moto para el rey Gan, tampoco sería sencillo enviarla hasta Burkina Faso, pero no se arredran ante las dificultades. Mientras, en una aldea de un remoto lugar de África, el rey en cuestión empieza a mostrar síntomas de impaciencia. Hace tan sólo unos días Roger Gómez recibió en su casa de Barcelona una carta con remitente de Burkina Faso. La firmaba su majestad le Kaa-Iya, 29º rey Gan, y, además de desearle "felicidad, salud, longevidad, paz, mucho dinero y pocos problemas", le preguntaba con delicadeza cómo estaba el asunto de la moto. "Permitidme que cite un dicho de mi país", escribía. "Es a quien le pica, que se rasca o que debe rascarse". Es decir, es el que necesita que busca. Por eso pregunto cuándo podré disponer de una moto".
Pues así están las cosas: el rey sigue esperando una moto que le permita desplazarse por su pequeño reino y los de Almazen no cesan en su empeño por encontrarla. Esperemos que, como en los cuentos, la historia tenga un final feliz y que dentro de unos meses el 29º rey Gan pueda circular en moto por sus tierras para así poder impartir justicia entre sus súbditos. Y esperemos, también, que la gasolina no suba demasiado porque, si la cosa sigue así, después de conseguir la moto habrá que pensar en iniciar una colecta para el combustible.
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