¿Qué necesita el CSIC?
El presidente del CSIC hace "su" breve historia del CSIC (EL PAÍS, 11-4-2005), con la que sólo podemos estar parcialmente de acuerdo.
Afirmaciones como las de que "entonces valía todo, pero hoy vale sólo lo mejor", constituyen, por falta de respeto a la verdad, una falta de respeto a los que hicimos del CSIC lo que es, prácticamente de la nada y a base de una alta competencia profesional y, sobre todo, de esfuerzo sin regateos: un centro atractivo y con prestigio mundial; lo suficiente como para que investigadores que trabajaban en centros prestigiosos del extranjero vinieran al CSIC que nosotros habíamos construido. El resultado, como reconoce el presidente, no puede ser más impresionante: somos, en términos relativos, los más productivos en cuanto a publicaciones científicas, en patentes; nuestros ingresos procedentes de la UE son muy elevados, tenemos una alta participación en contratos con empresas y en la constitución de empresas de base tecnológica procedentes de nuestras investigaciones. Y más habría si hubiera más sensibilidad y, sobre todo, más recursos humanos, asunto del que habla poco el presidente del CSIC, siendo como es el principal fallo institucional: la desatención del ministerio a esta necesidad.
Gran parte de esos logros fue el resultado de que el personal del CSIC, tras décadas de autoritarismo, recuperara la libertad e iniciativas individuales; pero también porque, tras décadas de autoritarismo, tuvo la oportunidad de sentirse integrado en la gestión del CSIC; al asumir su progreso como un reto personal, el CSIC progresó.
Pese a ello, en los últimos años, la participación ha ido disminuyendo por la vía legislativa; el autoritarismo se está recuperando; y nos amenaza un futuro aún más autoritario. La comunicación interna con "los que mandan", casi ha desaparecido; y lo que pretende el presidente es un claro retroceso; algo que va en contra de las más elementales reglas de la gestión participativa. Y eso, en un organismo investigador, es un total dislate. Debía rendirse a la realidad experimental: se partía hace 20 años de una situación no muy buena; bastó un incremento en recursos humanos y una elevada participación del propio personal en la gestión del CSIC, y se consiguió dar un salto adelante como nunca ocurrió en la historia del CSIC. ¿A qué viene ese deseo de seguir sin aumentar adecuadamente los recursos humanos? Eso ha ocurrido en los últimos 15 años, pero también en el primero de este Gobierno incumpliendo todas las promesas hechas. Y, por si fuera poco, se quiere regresar al autoritarismo jerarquizante no de hace 20 años, sino de hace 60.
Éstas son las preguntas a las que debería contestar el presidente del CSIC. Y debería contestarlas en el ámbito interno del CSIC, en diálogo con el personal del CSIC. Pero todo loque sabemos del presidente del CSIC lo tenemos que leer en los periódicos. La comunicación interior en el CSIC es nula conforme con este talante autoritario, impropio de una sociedad democrática.
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