Kameni puede con Torres
El Espanyol saca un punto del estadio del Atlético gracias a un penalti detenido por el portero al delantero rojiblanco
Fernando Torres no tuvo su día. O lo tuvo Carlos Kameni. El portero le detuvo a Torres un penalti en el minuto 18 del segundo tiempo. El Niño disparó, no muy fuerte, a la izquierda del portero. Y éste, que es un camerunés al que le sobran los reflejos, puso los músculos en tensión, flexionó las piernas, lanzó los brazos hacia la pelota, y la dejó mansa, girando sobre sí misma, muerta, lejos de la portería, rodando hacia un costado. Kameni da puntos. No se limita a evitar que su equipo no los pierda parando lo posible, lo que debe, cumpliendo. Hace más. Para lo imposible. Cuando sólo restaban ocho minutos para el final sacó una mano extraordinaria para repeler un cabezazo desde el área pequeña. La cabeza, coronada por una especie de cresta, era la de Fernando Torres.
ATLÉTICO 0 - ESPANYOL 0
Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Sergi; Gronkjaer, Luccin, Colsa, Antonio López; Fernando Torres y Salva Ballesta (Richard Núñez, m. 73).
Espanyol: Kameni; Jarque, Lopo, Pochettino, Ibarra; A. Fernández, Soldevilla; Corominas (Fredson, m. 73), De la Peña (Jonathan, m. 82), Maxi Rodríguez (Óscar Serrano, m. 70); y Tamudo.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Pochettino, Tamudo, Colsa, Ibarra, Soldevilla, Antonio López y Lopo.
Unos 50.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón. Kameni le detuvo a Fernando Torres (m. 63) un penalti cometido por Soldevilla por interceptar un centro de Gronkjaer con el brazo en el área.
Lotina, Miguel Ángel Lotina, el entrenador del Espanyol, modificó su alineación para ganar altura. Así, literalmente. Cambió jugadores más bajitos por otros más altos. Quitó a Jarque, por ejemplo, del centro del campo y le puso en un lateral, en el derecho, para frenar a Antonio López. Adelantó a Soldevilla, que es alto, al doble pivote para ocuparse de Colsa. Sitúo a Ibarra en el lateral zurdo para frenar a Gronkjaer. Insertó a Lopo en la línea de centrales para frenar a Salva. Y todo así. Menos Tamudo y De la Peña, que son bajitos, pero imprescindibles.
Por su parte, César Ferrando, el técnico del Atlético, puso a lo que tiene. Que no es mucho. Eso sí, decidió que Luccin vigilara de manera especial a De la Peña. La premisa que manejaba Lotina era que el equipo rojiblanco juega mucho por las bandas. Que va muy bien por alto. Y es cierto. Juega por las bandas, pero no profundiza. Y va bien por alto porque el balón casi nunca está en el césped.
El primer periodo cumplió las expectativas del técnico vizcaíno. Los rojiblancos tenían la pelota y la lanzaban al espacio sideral, donde Pochettino, Lopo, Soldevilla, la sacaban hacia su línea de medios. También cumplió las de Ferrando. Lo más peligroso del Espanyol lo hizo De la Peña. Metió un pase en profundidad a Tamudo, que se escapó y disparó flojo.
El Atlético defendió con intensidad, tratando de desconectar a De la Peña de Soldevilla y Álex Fernández, la curiosa pareja de mediocentros del Espanyol. Lo consiguió. El problema estuvo en su propia línea de creación. Casi nunca es el día de Luccin. Ayer, tampoco. Y Colsa no es un referente creativo. Con la desaparición del francés, gris, el juego rojiblanco gravitó sobre el cántabro. O sea, que tuvo poco vuelo. Aunque el único disparo realmente peligroso del equipo madrileño en los primeros 45 minutos fue cosa de Colsa, que le ha cogido gusto a disparar desde la frontal.
Mientras el Atlético movía el balón de lado a lado sin profundidad y sin convicción, el Espanyol sólo jugaba, cuando jugaba, por el centro. O De la Peña y Tamudo, que se lesionó a poco de concluir el primer tiempo aunque permaneció en el césped, o nada. Ni Corominas, un joven internacional, por la derecha, ni Maxi Rodríguez, por la izquierda, abrieron el campo. Ambos se replegaban sobre sus respectivos picos del área para acompañar la jugada iniciada por el centro por De la Peña o Álex.
El Atlético no disimuló en ningún momento su apuesta por esto que algunos llaman eufemísticamente "juego directo" y que consiste, las más de las veces, en reducir las decisiones de los futbolistas a dar un balonazo. Eso sí, en dirección a la meta rival. El propio Leo Franco sacó siempre desde su puerta con un poderoso punterazo dirigido a algún lugar bajo la estratosfera. Gronkjaer estuvo bien defendido por Ibarra -uno de los bajitos desplazados a los costados- y Antonio López se limitó a encargarse de las faltas y otras triquiñuelas del balón parado.
El Espanyol, para entonces, había reculado y se limitaba a esperar. A esperar no se sabe a qué. Simplemente, a esperar. Mientras el Atlético, casi obligado, se metió en el área rival. Hubo entonces un carrusel de saques de esquina, de centros perpendiculares para que los centrales vieran la pelota de cara y despejaran y de merodeo horizontal sobre la frontal. También alguno de esos accesos de vértigo que le dan a Torres de vez en cuando. El joven ariete rojiblanco, debe ser, se desespera cada cierto tiempo y decide correr hacía la portería rival sin importarle que esté tapiada por un montón de defensas. Ayer, no le dio resultado. Estaba Kameni.
El Espanyol marcaba la línea de Europa y la sigue marcando, al menos hasta hoy. El Atlético debe estar pensando en otras vías de acceso -la Copa del Rey- a las competiciones continentales. El camino liguero, como ya avisó Torres -"si fallamos en casa, estamos fuera"- parece muy complicado. Aunque no está tan lejos en puntos.
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