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Reportaje:

Donde los tímpanos sufran más

Una página 'web' organiza un concurso para encontrar el lugar de la provincia de Málaga que sufre mayor nivel de ruido

Javier Martín-Arroyo

El ruido excesivo es un delito que no deja huella. Se esfuma tan pronto desaparece el agresor. Cuando éste reincide existe la posibilidad de denunciarlo. Ahora, los sufridores malagueños pueden incluso ser premiados con un fin de semana en uno de los hoteles "más tranquilos y menos ruidosos".

"El tema del ruido nos atraía, sin más. Empezamos a darle vueltas y decidimos montar un foro porque la profusión de ruidos es imparable". Juan Luis Puga creó junto a otros dos licenciados en Ciencias Medioambientales su página www.ruidos-no.com "para concienciar a la gente de la importancia de esta agresión cotidiana. Ahora habrá una pequeña recompensa", comenta risueño.

Ana Estrada no tardó ni 24 horas en mandar un correo electrónico para que se fijaran en su casa. "Mi intención no es ganar premios, sino denunciar mi día a día. Ya me quejé al Ayuntamiento y no movieron un dedo". Estrada vive en un ático de la calle Oscar Wilde, donde varios vecinos ya han tenido que vender su casa debido al tráfico que soporta la cercana N-340 que atraviesa Málaga. "El ruido del exterior apaga todo el del interior. ¿En la terraza? Hablamos a gritos", cuenta.

"Hay una legislación maravillosa contra el ruido y perfectamente incumplida"
"Las administraciones, aún desbordadas, tienen la potestad de encarrilar la situación"

La congestión del tráfico, la movida del botellón que ocupa plazas por completo, y la abundancia de industrias ruidosas no han sido motivo suficiente para adoptar medidas en muchas ciudades. Las ordenanzas municipales relacionadas con el ruido se incumplen como norma y la Policía local ni siquiera posee sonómetros para medir los decibelios. "Hay unas legislaciones maravillosas por lo bien redactadas que están y por lo perfectamente incumplidas", denuncia Daniel López, de Ecologistas en Acción. La preocupación por el ruido no es cuestión baladí y el Ecobarómetro de Andalucía de 2003 lo identificaba como la primera queja ambiental en las ciudades. El 72% de los andaluces aseguraba tener una fuente de ruido molesta cerca de su hogar. La situación apenas ha variado desde entonces, dicen los expertos.

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Carmen Cordón vive justo en frente de un falso túnel. "Estoy loca por vender esto", comienza. "Todas las noches tenemos que subir a la segunda planta porque aquí, a pesar del doble cristal, el zumbido no deja dormir. Es un infierno". Cordón asegura que en su casa han llegado a cuantificar hasta 150 decibelios, cuando el nivel máximo recomendado es de 55. Muchas carreteras han sido rodeadas por nuevos barrios por culpa del rápido crecimiento de la ciudad, y una vez construidas y ser demasiado tarde para el estudio de impacto, se ponen parches.

La solución ideal pasa por construir túneles y como mal menor pantallas acústicas, pero ambas soluciones requieren una gran inversión.

"El escape abierto se ha hecho norma y para colmo la gente pone el chiringuito a toda pastilla de noche". Antonio Enamorado lleva 26 años al volante de su taxi y dice que ha visto

cómo Málaga se ha vuelto una ciudad cada vez más ruidosa: "La palma del concurso se la llevaría el botellón de la Plaza de la Merced. Los niños llevan unos altavoces como discoteca que pasean con total impunidad ". Las consecuencias físicas más comunes por el ruido son la pérdida de audición, dolores de cabeza, falta de concentración, estrés e insomnio. "Las administraciones, aún estando desbordadas, tienen la potestad de encarrilar la situación", denuncia Puga.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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