La humildad coronada
Es Jorge Fernández Guerra (Madrid, 1952) un compositor que derrocha sentido común en todo lo que hace. La última demostración es su acercamiento a ese regalo envenenado que es hacer una nueva banda sonora para una película tan emblemática como Don Quijote, de Pabst. Fernández Guerra afronta el delicado reto con una humildad que le engrandece. Mantiene los subtítulos de los diálogos originales y crea una música nada grandilocuente, magníficamente estructurada aunque algo reiterativa en la primera mitad, para cerrar con una explosión de melancolía respetuosa las mejores escenas del filme, las de la derrota del héroe.
No se arroga el compositor en ningún momento protagonismos ajenos, demostrando una admirable sencillez al servicio de lo que está haciendo y del público que lo va a contemplar. Y además saca de su bagaje biográfico su experiencia teatral de juventud y hasta su intuición operística que tan juiciosamente demostró en aquella ya lejana experiencia de Sin demonio no hay fortuna, que hoy se mantiene en el recuerdo con una insólita frescura. El culto compositor madrileño de aires parisienses consigue así eso tan difícil que es insuflar emoción a las imágenes de la última parte del filme después de un desarrollo anterior de exquisita neutralidad. Tiene mérito, mucho mérito salir airoso de esta aventura imposible, que ha contado también con la ayuda impagable de José Ramón Encinar, otro músico culto y generoso que condujo con admirable entrega y precisión a la orquesta de la Comunidad.
Don Quijote
De Jorge Fernández Guerra, sobre la película de Pabst. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: José Ramón Encinar. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 14 de abril.
Babelia
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