Vitoria acoge 'Persona', una obra interactiva sobre la identidad

La extraordinaria arquitectura interior del antiguo depósito de aguas de Vitoria es el lugar elegido por José Iges y Concha Jerez para presentar Persona, una instalación interactiva de grandes dimensiones sobre la noción de identidad.

"La arquitectura del depósito, como espacio concebido para albergar el fluido vital de la comunidad, es una metáfora del cuerpo social. El fluido de datos es ahora tan relevante para nuestra definición como individuos como lo es el agua para el sostenimiento de la vida", afirman los artistas.

El espectador, la persona a la que alude el título, es el artífice final de la obra, ya que su deambular por la misma pone en marcha un conjunto de procesos audiovisuales activados por un sistema de sensores que reacciona a su presencia. El espacio está repartido en seis intervenciones distintas, que se presentan al visitante sin paneles de separación, para facilitar el contacto múltiple. "El espectador comprende la estrecha relación entre un gesto y un resultado, a través de una metáfora de la interacción entre el individuo y su entorno, en este caso mediante la tecnología electrónica", señala Iges.

La puesta en escena se vale de fotos digitales, audio manipulado electrónicamente y vídeos que mezclan animación por ordenador, imágenes de agua y grabaciones de acciones realizadas por los autores y un grupo de 13 voluntarios. La mayoría de estos elementos están sometidos a la acción del público, aunque algunos de ellos quedan ajenos a los procesos de interacción, como las proyecciones sobre los muros laterales, la escalera pequeña y el denominado Probador.

En este reducido espacio, el espectador contempla su propio cuerpo reflejado en un espejo, mezclado con las imágenes de los participantes en el proyecto (de hombros a rodillas) cambiándose incesantemente de ropa.

En el otro extremo de la sala una mirilla invita el visitante a acercarse: si lo hace, se verá a sí mismo de espaldas, sorprendido por una cámara oculta, en la posición del voyeur. "El audio se nutre en gran medida de grabaciones realizadas a los voluntarios, que, según la intervención, exponen recuerdos personales, responden a preguntas sobre su personalidad y sus preferencias o reflexionan sobre la importancia del vestuario, como sucede en el probador", explica Iges.

Los sonidos envuelven el espacio y llegan de todas partes, incluso a través del suelo, desde donde se perciben los ruidos de presencias humanas casi fantasmales: roces, cuchicheos, pasos y risas. Las diversas intervenciones están enlazadas por proyecciones de fotografías sobre las columnas del depósito y movimientos de focos que iluminan imágenes transparentes de ojos, entre las cuales discurren fragmentos de recuerdos personales de los participantes. "Son precisamente estas frases las que impulsan el movimiento laberíntico de los espectadores, que, buscando la continuación de los relatos interrumpidos, activan los circuitos de sensores que, a su vez, generan las proyecciones, los movimientos de luces y los sonidos en el espacio", concluye Iges.

IGES: www.joseiges.com