Un lugar en el cerebro para el sexto sentido
En muchas ocasiones el inconsciente engaña o traiciona al propio individuo, pero también puede salvarle la vida. Los científicos se quedaron perplejos cuando se supo que los indígenas asiáticos, por alguna razón, habían presentido la llegada del tsunami con tiempo suficiente como para refugiarse en las zonas altas. ¿Qué extraño mensajero les había revelado el futuro inmediato? Los trabajos de un equipo de la Universidad de Washington sugieren que el misterio radica en que estos pueblos "escuchan" los dictados inconscientes de una parte del cerebro que actúa como sistema de alarma ante los peligros. "Nuestros cerebros son mejores de lo que pensábamos captando señales sutiles de advertencia", afirma Joshua Brown, autor del trabajo publicado en Science que aporta las pruebas del "poder de predicción" de las redes neuronales.
El centro de vigilancia se encuentra en una zona del cerebro situada a la altura del nacimiento del cabello que se extiende por la frontera entre los dos hemisferios y que se denomina corteza cingulada anterior. Esta zona despierta un gran interés entre los neurocientíficos puesto que en ella se produce un curioso maridaje entre las emociones y la razón. "Durante mucho tiempo hemos estado interesados en saber cómo el cerebro integra la información cognitiva sobre el mundo con las emociones, cómo sentimos algo. Se piensa que la corteza cingulada anterior es la responsable de hacer converger estas diferentes señales", dice el científico estadounidense.
Se sabía que esta región se activa cuando una persona tiene que tomar una decisión difícil y también cuando se ha equivocado al hacer una elección. Sin embargo, los hallazgos de Brown y sus colaboradores muestran que sus capacidades van mucho más allá. "Puede aprender a reconocer cuándo es posible errar incluso antes de tomar la decisión. De este modo podemos ser más cautos y evitar los errores", explica el investigador.
'Radar hipersensible'
En lo que se refiere a los peligros y a la posible explicación del proceder de los aborígenes asiáticos, el funcionamiento de la mencionada región cerebral consiste en detectar hasta las más sutiles señales del entorno, incluidas aquellas que pasan desapercibidas para la consciencia, algo así como un radar hipersensible. A continuación, evalúa las posibles consecuencias de todos los signos que ha registrado y finalmente orienta el comportamiento de tal manera que se eviten situaciones peligrosas. Lo notable de todo este proceso es que "parece que este área del cerebro está de algún modo comprendiendo cosas sin que seamos necesariamente conscientes de ello", asegura Brown. Sería, pues, una parte de lo que popularmente se conoce como sexto sentido o, incluso, corazonadas.
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