El esmero etnográfico de los partidos vascos
Otegi y otros antiguos parlamentarios de la ilegalizada Batasuna tienen una presencia cotidiana en la campaña
El primer mitin de EHAK fue muy frío. Con un cuidado exquisito de no decir ni hacer nada que pueda dar argumentos al fiscal general del Estado para asociarles con la ilegal Batasuna. Pero también fue demasiado frío para ser el mitin de una de las pocas, quizás la única, candidatura declaradamente comunista en toda España capaz de lograr varios escaños en un Parlamento autónomo. No se vieron ikurriñas ni fotos de presos, pero tampoco apareció ni una sola hoz y martillo. Prácticamente no hubo símbolos de ningún tipo, algo infrecuente en actos electorales.
Los comunistas de las Tierras Vascas tienen, además, dos problemas menores: algunos de sus candidatos no conocen ni la letra ni la música de la Internacional (varios fueron incapaces de cantarla en el estrado del frontón en que se celebró el acto) y la mayoría de sus jóvenes simpatizantes (que tampoco se saben la Internacional, pero que se esforzaron disciplinadamente en interpretar la chuleta que les esperaba en cada silla) provocarían seguramente una sonora reprimenda de la muy vasca y muy comunista Dolores Ibarruri.
Probablemente lo único que Pasionaria hubiera reconocido del mitin de EHAK habría sido la anacrónica y deliciosa canción que difundieron los altavoces mientras se hacía cola para entrar y que sonaba exactamente igual que las antiguas chansonnettes de Luis Mariano, pero en euskera.
Las campañas de las elecciones vascas tienen siempre un toque etnográfico muy pronunciado, superior a las campañas en otras comunidades, Cataluña o Andalucía incluidas, pero en esta ocasión todo el mundo parece haberse esmerado aun más. Los actos de EHAK incluyen música autóctona primitiva (la que se toca con la txalaparta, palos contra una barra de madera) y bailes del folclor local. A nadie le resulta extraño, como tampoco llama la atención que el clásico desfile sindical del 1º de Mayo en Bilbao suela estar presidido por una magnífica yunta de bueyes.
Los actos del PNV o del PSE no llegan a esos extremos, pero entre sus dirigentes es también frecuente oír expresiones como "palabra de vasco" o loas de lo que se consideran rasgos propios: seriedad vasca, laboriosidad vasca, honradez vasca, orgullo de ser vasco... Patxi López y su entorno, por ejemplo, parecen haberse hartado de que los nacionalistas les nieguen la identidad vasca y pregonan ahora también profusamente esos rasgos nacionales.
En esta campaña, además, se nota mucho más que en las anteriores el uso del euskera. Muchos candidatos a parlamentario hablan con fluidez esa lengua y pronuncian en sus intervenciones públicas largos párrafos en vasco. (Sin embargo, de los candidatos a lehendakari, sólo Ibarretxe lo utiliza con soltura, mientras que Javier Madrazo, Patxi López o María San Gil están todavía estudiándolo).
Otra cosa inesperada de estas elecciones es el continuo acoso a que se ven sometidos los carteles del PNV y, en menor medida, de otras formaciones políticas, que aparecen, día sí y día no, atravesados por banderolas rojas con el lema Hauteskunde antidemokratikoak (Elecciones antidemocráticas). Tan inesperado como la extraordinaria presencia en la vida cotidiana de la ilegalizada Batasuna.
Las ruedas de prensa de dirigentes de Batasuna cuentan con una audiencia masiva de periodistas, micrófonos y cámaras. Gara publica a diario un anuncio que huye de las siglas batasunas pero que, bajo el lema El pueblo, ahora; la paz, ahora. Tu voto a favor de los derechos civiles y políticos, enumera los pueblos y los actos en los que van a intervenir, por la mañana y por la tarde, conocidos dirigentes de la organización ilegalizada, incluidos Arnaldo Otegi y Jone Goirizelaia. (El primero sigue siendo aforado porque forma parte de la Diputación Permanente del Parlamento de Vitoria). Todo parece confirmar la agobiante necesidad que siente Batasuna de continuar presente en la vida política legal de Euskadi.
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