El negocio del coche
Al contrario de lo que debería ser, con el tráfico se emplea el sistema de "la letra con sangre entra". El Estado, que limita la velocidad en todas las vías, sin embargo no limita la potencia de los vehículos, sino que monta un gran negocio con radares fijos y móviles con el fin de recaudar grandes cantidades de dinero. Además, la potencia, que legalmente no se puede utilizar en velocidad, sí renta beneficios en el impuesto de matriculación y en el impuesto municipal.
Es una golfería permitir que automóviles cuyo componente mayoritario es el plástico puedan alcanzar más de 200 kilómetros por hora. Los gobernantes, que deberían vigilar la seguridad de los ciudadanos, pueden si quieren disminuir el gran número de muertos en las carreteras con el simple hecho de limitar la potencia de velocidad de todos los vehículos. Con ello se aumentaría enormemente la seguridad y se reducirían los accidentes mortales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.