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Análisis:FÚTBOL | 31ª jornada de Liga
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sacudidos

Ramon Besa

Fuera de onda desde que pisó Barajas, cuando se le animaba a cerrar la Liga en el Bernabéu porque no hay mejor escenario para cantar victoria que el del enemigo natural, el Barcelona se sintió obligado finalmente a defender el gol average en un ejercicio de supervivencia. De nada sirve tener el mejor juego de piernas de la Liga cuando se visita a rivales que no atienden al arte de la seducción, sino que se imponen por intimidación, como el Madrid. De la misma manera que vienen cumplimentando una excelente temporada, después de un arranque impresionante por épico y estético, los azulgrana han protagonizado también partidos reprobables, como el de ayer, doblemente malo por repetido, más que nada porque guardó un gran parecido con el disputado ante el Chelsea e incluso con el del Betis.

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Al Barcelona no le van los choques desbravados, los que se resuelven en las dos áreas, sitios en que mandan el portero y los delanteros. Los del Madrid pesaron más que los del Barcelona. El equipo de Luxemburgo remató la mitad de veces que el de Rijkaard y a cambio obtuvo el doble de goles. Así de simple es el resumen del partido. La falta de contundencia le supuso al Barça la eliminación de la Champions y también conceder la mayor goleada de la Liga en el peor momento y ante el rival más temido. Aunque las cuentas le siguen cuadrando, le quedan menos puntos de ventaja (seis) que jornadas (siete) después de haber concedido cinco en dos partidos. La estadística invita al menos a la reflexión porque siete goles en contra en solamente dos encuentros son muchos para un equipo líder.

El problema es que el equipo azulgrana se parte o le parten por la mitad, circunstancia agravada anoche por la ausencia de Deco, un futbolista competitivo por excelencia. Ayer fue el Madrid quien le quebró con un fútbol directo y agresivo en el que juegan tanto las piernas como la cabeza. Los goles de Zidane y Ronaldo retrataron las deficiencias barcelonistas en la defensa de los costados, sobre todo porque los laterales abren más que cierran, y también de las jugadas de estrategia. Una vez inaugurado el marcador, el encuentro se convirtió como es costumbre en un diálogo entre nueve jugadores azulgrana con los zagueros rivales y un combate de Puyol con cuantos adversarios se presentaron en el área de Valdés, especialmente desafortunado y empequeñecido por la dimensión que cobró el partidazo de Casillas.

El Madrid fue un equipo reconocible porque, al fin y al cabo, regresó a sus orígenes: si faltan centrocampistas, mejor confiar en el guardameta y en los atacantes, sobre todo cuando en cada llegada dejan la pelota en la red. A Luxemburgo le encajaron todas las piezas. Marcaron Ronaldo, Raúl, Zidane y Owen; Gravesen barrió en la divisoria, y Beckham centró más y mejor que nunca. La determinación y la velocidad blancas se llevaron por delante al paciente, tierno y liviano plantel azulgrana, desgastado en el entrejuego, entregado al fútbol de salón, mal enfocado a la portería rival, porque la mayoría de jugadas acabaron en Giuly, situación que habitualmente significa un disparo fallido.

Equipo generoso por excelencia, al Barcelona le sobran generalmente pasadores y le faltan rematadores. Tiene demasiadas cosquillas y, por lo demás, le faltan futbolistas con capacidad para alterar el orden de las cosas. Asentados en el liderato, los azulgrana procuran manejar los partidos en silencio, como si no pasara nada, sin demasiados picos. A veces les alcanza para ganar porque cuentan con muchas salidas y, en caso contrario, resuelve Eto'o. Hay ocasiones, sin embargo, en que se sienten desbordados, incapaces de combatir, como ayer, cuando el Madrid les sacudió e impidió pensar. Ocurre entonces que sus jugadores parecen insustanciales en el ataque y vulnerables defensivamente. Aunque no se rinde, al Barça le cuesta nadar contracorriente, remontar, porque no se adivinan soluciones desde el banquillo, circunstancia agravada con vistas a los próximos partidos por la lesión de Eto'o y la sanción de Puyol para el domingo.

Queda Liga y el Barça tiene la palabra, pero o se corrige o las pasará canutas.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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