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Columna
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Urbanismo y policía

¿Veremos los alicantinos un retén de la policía municipal alojado en el viejo edificio de Correos? Yo creo que sí. Al menos, este es el deseo que ha formulado Luis Díaz Alperi, el alcalde de la ciudad. Y cuando Luis Díaz anuncia un propósito, bien pueden ustedes darlo por hecho. El alcalde de Alicante tiene tan contadas cosas en que ocuparse que, cuando se le ocurre una idea, se entrega a ella en cuerpo y alma y no ceja hasta verla cumplida. Salvo, claro está, que se le oponga media ciudad y los tribunales de Justicia deban pararle los pies, como sucedió con el palacio de congresos que pretendía edificar en el monte Benacantil. Pero no creo que en esta ocasión vaya a suceder algo semejante. ¿Por qué afirmo esto? Porque ahora se trata de abrir un puesto de la policía municipal, y eso es algo que a todo el mundo le parece bien. Los ciudadanos tendemos a creer que cualquier problema, por complejo que sea, puede resolverse siempre con leyes y policía.

Apenas declarar Luis Díaz su intención de establecer un retén policial, el concejal Blas Bernal se ha apresurado a aplaudir con entusiasmo la idea del alcalde. La postura del jefe de la oposición municipal ha desconcertado a un buen número de personas que se han quedado, como quien dice, con la boca abierta. Esperaban estas personas que el edificio de Correos se dedicara a actividades universitarias, y habían confiado en que Bernal apoyaría el proyecto. Pero éste era un deseo difícilmente realizable: la unión temporal de empresas que ha asociado al Partido Popular y al PSOE en el Ayuntamiento de Alicante lo hacía imposible. En este, como en otros asuntos, Bernal ha debido plegarse a los criterios del alcalde.

Yo no creo, de ningún modo, que un retén de la policía municipal vaya a acabar con los problemas que padece el centro de Alicante. Esta afirmación, que he oído pronunciar repetidas veces a numerosas personas, me parece excesivamente simple. En mi opinión, las dificultades que sufre el centro de la ciudad son consecuencia del urbanismo que domina Alicante desde hace años. Si la inmigración y los delincuentes se han instalado en la zona de Correos no es por falta de policía, sino porque los vecinos y comerciantes han abandonado unos inmuebles obsoletos. Alicante ha crecido de cualquier modo, sin previsión, desordenada, y ahora paga las consecuencias. Pensar que el mal urbanismo puede solucionarse con policía en las calles, como ahora sostienen Díaz y Bernal, es una idea que roza la demagogia y no tiene porvenir.

Si de verdad se pretendía actuar sobre el centro de la ciudad, destinar el edificio de Correos para actividades de la universidad era, desde cualquier punto de vista, un proyecto muy superior. Ésa es la manera como se han solucionado problemas semejantes en otros lugares. Díaz Alperi y Bernal deberían comprobarlo. Una biblioteca universitaria en el edificio de Correos, abierta las 24 horas del día, tendría sobre la delincuencia un efecto disuasivo muy superior al de cualquier retén de la policía municipal. Con la presencia de los estudiantes, la zona viviría una radical transformación en pocos meses; los bares y los comercios volverían a abrir sus puertas y la hermosa plaza de Gabriel Miró recobraría su pulso. El esfuerzo que ha realizado el Colegio de Arquitectos, al instalar su sede en ella, obtendría así la mejor recompensa.

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