Manuel Alexandre y China Zorrilla viven el amor a los 80
Marcos Carnavale dirige la comedia hispano-argentina 'Elsa & Fred'
Los cientos de miles de peregrinos que abarrotan estos días el Vaticano dificultan la vida en el resto de la ciudad y también los planes de la producción hispano-argentina Elsa & Fred, de Marcos Carnavale. Hasta hoy, tenían permiso para rodar en la Fontana de Trevi, pero, como "señal de respeto" hacia el pontífice, las actividades públicas en la Ciudad Eterna están prohibidas desde las 23.00 de ayer. Así que el equipo tuvo que alargar la madrugada del miércoles la jornada de trabajo en la que Manuel Alexandre y China Zorrilla -conocida por la reciente comedia Conversaciones con mamá, de Santiago Carlos Oves- debían emular la celebérrima secuencia de Anita Ekberg y Marcello Mastroianni en La dolce vita, de Federico Fellini. Elsa & Fred, una producción de Tesela de 1,5 millones de euros, cuenta la historia de Elsa, una enferma que mantiene una vitalidad arrolladora, y Fred, un viudo desorientado que ha perdido las ganas de vivir. Sus casas son contiguas y con timidez se espían por el patio de luces. Ella tiene un sueño, bañarse como la voluptuosa Ekberg en la fontana, y él "es un ser ordenado, que toma medicación para todo y tiene un miedo feroz a la muerte", le describe Carnavale, realizador de telenovelas y de la película Almejas y mejillones.
"Yo era un gran fan de Fellini y hace 20 años me carteaba con él. No llegué a conocerle y hacer esta película en la que se le homenajea era casi una obligación", comenta Carnavale sobre esta "comedia emotiva, que no hilarante", en la que también participan Federico Luppi, Blanca Portillo, Omar Muñoz y Carlos Álvarez-Novoa. A China la tuvo en mente mientras escribía el guión y optó por Alexandre, premio Goya de honor 2002, tras verle en Atraco a las tres. "Está lleno de ternura y vulnerabilidad, que era algo que requería este personaje".
Carnavale pensó en Elsa & Fred al observar a los ancianos argentinos a los que el sistema no les da opción de seguir su vida. "Hay gente de 50 o 60 años a los que obligan a retirarse. Les dicen que no son aptos para seguir con su profesión". Y él ha querido demostrar que la vida sigue ofreciendo cosas buenas como esta "historia de amor basada en la ternura, uno ayuda a vivir al otro".
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