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Collserola quiere controlar a los 4.000 ciclistas que acuden al parque los festivos

Clara Blanchar

La avalancha de visitantes que recibe el parque de Collserola los días festivos ha puesto a sus responsables en guardia antes de que sea demasiado tarde para el ecosistema de la sierra y la convivencia entre los usuarios. Están especialmente preocupados por el impacto que causan sobre la flora y la fauna los entre 4.000 y 5.000 practicantes de bicicleta de montaña que acuden a la sierra todos los fines de semana. A falta de cifras oficiales, el número de usuarios lo han calculado las asociaciones ciclistas, y a ellos va dirigido el Proyecto Bici y la campaña de sensibilización que ha puesto en marcha el consorcio que gestiona el parque en colaboración con ayuntamientos, asociaciones y comerciantes del sector.

"Nos da miedo morir de éxito", reconoció ayer el vicepresidente del Consorcio Parque de Collserola, Josep Perpinyà. "El parque se utiliza mucho y hay que regular este mucho", añadió ayer durante la presentación de la campaña, cuyo lema es Tu huella cuenta. Para ti, para los demás, para el entorno. Perpinyà subrayó que no todos los visitantes del parque tienen actitudes incívicas, pero destacó el "gran" prejuicio de las malas prácticas de unos pocos. El paso masivo de bicicletas por el parque se traduce, entre otros, en atropellos de pequeños reptiles como serpientes, erosión del terreno, degradación de la vegetación o molestias a la fauna por invasión de sus zonas de reproducción, detalló.

De hecho, el parque de Collserola cuenta desde el año 2000 con unas ordenanzas que regulan su uso, pero no se cumplen. También lo reconocieron los responsables del Consorcio. "No se difunden y además carecemos de un marco sancionador, algo que sólo pueden hacer las leyes del Parlament", afirmó el gerente del parque, Marià Martí.

En el caso de las bicicletas de montaña, el ejemplo más claro de este incumplimiento es que las ordenanzas señalan que no pueden transitar por caminos más estrechos de tres metros. Pero precisamente una de las prácticas que buscan los ciclistas es bajar torrenteras de apenas unos centímetros de ancho que discurren entre densa vegetación, por lo que la prohibición de hacerlo tiene pinta de convertirse en la batalla que más trabajo dará a los guardias del parque.

"Será muy difícil que la gente deje de bajar torrentes después de 15 años de hacerlo", afirmó alguien desde el público en el turno de preguntas de la conferencia de prensa. Automáticamente se desencadenó un vivo debate. Sanciones sí, sanciones no, o la propuesta de destinar espacios señalizados para bajar por dentro del bosque fueron algunas de las cuestiones que afloraron.

La campaña de sensibilización arrancará con una jornada de distribución de información a los ciclistas en una docena de puntos del parque el próximo domingo día 17.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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