El Milan no se despeina
El equipo de Ancelotti despacha al Inter sin gasto alguno en un partido muy espeso
La cosa tiene guasa: dos vecinos que llevan casi un siglo retándose -265 partidos desde 1908- se han visto obligados a disputar ahora un encuentro de tres horas. Así se tomaron inicialmente esta eliminatoria Milan e Inter, con lo que ello supone para dos escuadras italianas, exponentes de lujo de una peculiar, y a la vez exitosa, manera de entender el fútbol. De comprender este deporte como un juego de puro cálculo despojado de cualquier aliño cosmético. Pero un duelo destinado a consumirse en tres horas quedó casi finiquitado en el primer asalto. Sin grandilocuencias, el Milan ganó a un Inter al que saca varios cuerpos. Ni siquiera le hizo falta su mejor gala.
A tenor del podio, la autoridad del fútbol italiano es inequívoca. La receta se mantiene intacta desde tiempo inmemorial, por más que el Milan hace tiempo que muestra un camino más seductor al resto del pelotón del calcio. Como su apuesta no ha contagiado, el Milan sufre un ataque de italianización cuando se trata de citas domésticas. Así le ocurrió frente al Inter, un equipo que cada curso se remienda con jugadores de aquí y allá sin alterar su genética. No es casual que lleve 17 empates en la Liga italiana. Ni que sume 16 años sin ganar el título local y 40 sin levantar la Copa de Europa.
MILAN 2 - INTER 0
Milan: Dida; Cafú (Costacurta, m. 90), Nesta (Kaladze, m. 70), Stam, Maldini; Gattuso, Pirlo, Seedorf; Kaká; Shevchenko y Hernán Crespo (Ambrosini, m. 83).
Inter: Toldo; Javier Zanetti, Córdoba, Mihajlovic, Favalli; Verón (Karagounis, m. 70), Cristiano Zanetti (Van der Meyde, m. 80), Cambiasso, Stankovic; Cruz (Vieri, m. 54) y Martins.
Goles: 1-0. M. 45. Pirlo saca una falta y Stam remata de cabeza.
2-0. M. 74. Nueva falta lanzada por Pirlo que Shevchenko cabecea a la derecha de Toldo.
Árbitro: Alain Sars (Francia). Amonestó a Gattuso, Stam, Mihajlovic, Shevchenko y Cristiano Zanetti.
78.950 espectadores en el estadio de San Siro, en Milán.
Frente a su vecino dibujó un partido como acostumbra, espeso y de color mate. Quiso anudar al Milan y santiguarse a la espera de algún zapatazo del eterno Mihajlovic. Lo primero lo consiguió, porque el equipo de Ancelotti se enredó en la telaraña interista. Y de no ser por Dida, el meta brasileño de los rojinegros, Mihajlovic hubiera hecho bingo. No fue así, y al cierre de un primer tramo de puro barbecho, el rapado Stam peinó la pelota y adelantó al Milan. El reloj italiano con precisión suiza: un remate en 45 minutos y gol en el minuto 45, cuando más dañino resulta un sopapo.
A partir del azote el Inter no varió un centímetro su guión. Mancini despidió a Cruz y dio vidilla a Vieri, aquel goleador con la potencia de un búfalo ahora atormentado por su decadencia física y su freudiana relación con medio San Siro, el vinculado al Inter. Con Cambiasso y Cristiano Zanetti en los fogones y Verón una vez más diluido, el equipo interista apenas tuvo galones en el duelo. Sabedor de su mayor dosis de ingenio y pegada, el Milan tampoco se dio un festín. El tanto de Stam le supo a gloria. Y con el de Shevchenko -también de cabeza- se sintió el rey Midas. Cosas del Inter: con una montonera de defensas para rebañar dos pelotazos aéreos le clavan dos goles. Nada más necesitó el Milan, que no requirió de Kaká y Pirlo, sus chicos más notables.
Al igual que su rival de toda la vida, el Milan juega sin extremos, con las orillas a pies de los dos laterales. Dos jugadores que no caducan jamás: Cafú, de 35 años, y Maldini, de 36. Por delante, Pirlo se encarga de la geometría, Gattuso barre lo que se ponga por delante y escolta a Cafú, y Seedorf mezcla un poco de todo. Potente y elegante, Kaká tira la caña para Crespo y Schevchenko.
El Inter también huye de las bandas -por las que se pierden Verón y Stankovic- y deja el timón para Cambiasso y Cristiano Zanetti, dos jugadores del mismo perfil que demuestran una vieja máxima de este juego: en ocasiones, con jugadores así uno más uno es igual a uno.
Con San Siro convertido en un embudo, sin vuelo por las bandas, el Milan hizo la faena justa para dejar noqueado a su enemigo, que se llevó una lección inquietante para la vuelta. Al paso, sin mucho remango, el Milan le puso al pie del abismo. En la vuelta tendrá que dar un viraje espectacular. La distancia entre uno y otro es sideral. Y una escuadra italiana aupada por dos goles es un everest para cualquiera. Si es para este Inter mucho más, aunque el choque dure tres horas.
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