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EL FIN DE UN PAPADO | Las multitudes

Roma se prepara para recibir a dos millones de peregrinos en 48 horas

Cientos de miles de personas esperan seis horas para ver a Karol Wojtyla durante 15 segundos

Francisco Peregil

La plaza de San Pedro tiene forma de abrazo. La cuestión está en saber a cuántos fieles podrá acoger hasta el próximo viernes sin que nadie desfallezca en su seno mientras intenta acceder a la basílica donde yace el cadáver de Juan Pablo II. A las cuatro de la tarde de ayer ya habían entrado un millón de personas, la mayoría jóvenes. Los fieles tuvieron que esperar más de seis horas de pie para apenas ver al Papa durante 10 o 15 segundos. Era tiempo más que suficiente para sacar una foto con el teléfono móvil, cosa que miles de fieles han hecho.

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Las autoridades hacían todo lo posible por preparar la ciudad para el viernes, día del funeral, cuando se esperan más de dos millones de personas y 200 jefes de Estado y de Gobierno. Los teléfonos móviles que funcionan con red italiana recibieron ayer este mensaje firmado por el servicio de Protección Civil: "Si vas a Roma para el homenaje al Papa utiliza el transporte colectivo, prepárate para colas organizadas pero muy largas. Calor de día. Fresco de noche".

A los jóvenes que llegan de fuera del país, Protección Civil les aconseja llegar con sacos y tiendas de campaña e instalarse en la zona ya preparada de Tor Vergata.

En efecto, las colas son muy largas. Las imágenes que ofrecen los canales de televisión normalmente no dan una idea aproximada de la magnitud de la espera, porque los camarógrafos se encuentran apostados al final de la vía de la Conciliación, frente a la basílica de San Pedro. Pero la fila supera esa avenida, tuerce por la calle aledaña, donde hay tiendas de guitarras, de alimentos, cibercafé, farmacia, heladería, y se derrama en afluentes por los callejones. Para avanzar cien metros se tardaba más de una hora. Pero a los fieles no les importa esperar horas para poder ver 15 segundos al Papa muerto. Los servicios de Protección Civil repartían miles de botellas de agua. Hasta hace dos días hubo algún avezado comerciante que vendía cada botellín a dos euros. Pero desde el mismo día en que se empezó a formar la cola no faltaron ni botellas de agua gratis ni médicos, enfermeros y policías (cerca de 2.000) alrededor del Vaticano. Las comunicaciones por teléfono móvil estaban ayer tan saturadas que durante ciertos momentos del día era imposible establecer llamadas.

Una de las grandes preguntas que se hacen los periodistas italianos en los canales públicos de televisión es cómo van a afrontar las autoridades el aluvión repentino de más de dos millones de personas y 200 dignatarios. ¿Cómo van a conseguir transportar a tantas autoridades desde el aeropuerto hasta la plaza de San Pedro? Llegarán desde los reyes de España hasta el presidente de Estados Unidos, pasando por el presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila, y autoridades de la comunidad religiosa internacional como el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, o el jefe espiritual de la Iglesia anglicana, arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

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Hubo quien consiguió ver al Papa la misma noche del lunes, en cuanto abrieron la basílica. Ése fue el caso de Teresa Calvo, valenciana, de 24 años, estudiante de filosofía en Roma. "El ambiente", recuerda, " invitaba realmente a rezar ".

Un grupo de trabajadores instala tiendas de campaña en las afueras de Roma para acoger a los fieles.
Un grupo de trabajadores instala tiendas de campaña en las afueras de Roma para acoger a los fieles.EFE

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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