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EL FIN DE UN PAPADO | Las exequias

Novedades en el cónclave

Enric González

El Vaticano ha perdido la fe en la fumata. La humareda que señala el resultado de las votaciones del cónclave, negra si no arroja una mayoría, blanca si habemus papam, resultó de un incierto gris cuando se eligió a Juan Pablo I, causando no poca confusión entre los fieles. Esta vez, la elección del sucesor de Juan Pablo II será anunciada con la tradicional fumata, pero también con un rotundo repique a fiesta de las campanas de San Pedro. "Así todo estará más claro y los periodistas podrán esperar el acontecimiento con mayor tranquilidad", bromeó ayer el maestro de las ceremonias, monseñor Pietro Marini.

El cónclave a celebrar en las próximas semanas incorporará importantes novedades y se perfila como el más confortable de todos los tiempos. Los 116 cardenales con derecho a voto (uno menos de lo previsto, tras la baja del filipino Sin) ya no se alojarán en camastros ubicados en las oficinas vaticanas, ni tendrán que hacer cola en retretes remotos, cosa que solía amargar la noche a los muchos cardenales con problemas de próstata, ni deberán lavarse en jofainas de agua fría.

El albergue de Santa Marta, recién reformado, ofrece todas las comodidades, y además servirá en el restaurante (obviamente sin camareros: la comida entra por una portezuela) alimentos frescos y biológicos producidos en las fincas pontificias.

Lo más importante, sin embargo, es la desaparición del propio concepto definido por la palabra "cónclave", es decir, "bajo llave". No habrá encierro. En cuanto se pronuncie la fórmula ritual extra omnes (fuera todos) y los cardenales votantes se queden solos, podrán moverse libremente por patios y jardines vaticanos, siempre que avisen con antelación de sus planes.

El sostituto de la Secretaría de Estado, Leonardo Sandri, uno de los pocos cargos de la Curia que se mantienen en el interregno, se encargará de vaciar la zona para que los cardenales paseantes no puedan encontrarse con nadie ni accedan a una radio, un teléfono o un ordenador. Durante el cónclave, los cardenales tienen prohibida toda información o comunicación con el exterior.

"Algunas de las fórmulas utilizadas hasta ahora eran anacrónicas y las hemos suprimido", dijo monseñor Marini. "Más que las reformas del albergue Santa Marta y que novedades como el toque de campanas, lo más importante es la ampliación de fronteras: los límites físicos del cónclave serán delimitados por la propia muralla vaticana", agregó.

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