Zabaleta denuncia que las sedes de Aralar están siendo atacadas por el entorno de ETA
Los terroristas acusan al partido escindido de Batasuna de dividir a la izquierda 'abertzale'
Patxi Zabaleta, coordinador de Aralar, un partido que se escindió de Batasuna en 2001 tras condenar la violencia de ETA, reveló ayer en San Sebastián que las sedes de su partido en el País Vasco y Navarra están siendo atacadas por el entorno de la banda terrorista. Zabaleta también hizo público que el último boletín interno de ETA lo acusa de haber dividido a la izquierda abertzale. El líder de Aralar, que por el momento no denunciará los ataques ante la policía, mandó un mensaje a la formación de Arnaldo Otegi para que "actúe exclusivamente por los cauces políticos".
Un señor mayor, bien vestido, esperó ayer a que Zabaleta terminara de hablar por el teléfono móvil. Se trataba de un vecino del número 3 de la calle Ramón María Lilí, una de las más señoriales de San Sebastián. Desde sus terrazas se ve la desembocadura del río, el mar a 100 metros, la fachada del hotel María Cristina. Sin embargo, desde hace unos días, se ha vuelto un lugar peligroso. Aralar ha adquirido el local de la planta baja para instalar su sede y, desde que colocaron el cartel, ha sido atacada en tres ocasiones. La madrugada de ayer, con botes de pintura azul. El señor mayor, muy serio, le dijo a Zabaleta: "Esta noche, los vecinos hemos pasado miedo. Desde que estáis aquí, nos habéis quitado la tranquilidad".
La ciudad de San Sebastián está llena de lugares así. Los vecinos se echan literalmente a temblar cuando en su inmueble se abre una sede del PSE o del PP, o una delegación de un periódico, o un concesionario de Renault, o una oficina de Correos... A los dueños de la librería Lagun, objetivo recurrente del entorno de ETA, les costó Dios y ayuda encontrar un nuevo local cuando, asfixiados, decidieron marcharse de la Parte Vieja. La lista de sitios poco seguros es cada vez mayor -al entorno de Batasuna, tras su ilegalización, le ha dado por atacar las sedes del PNV y de Eusko Alkartasuna- y ayer, públicamente, Patxi Zabaleta quiso dejar constancia de que Aralar también ha pasado a ser objetivo del entorno de ETA.
Por el momento se trata sólo de pintura azul, cristales rotos, algún que otro puñetazo... Pero el líder de Aralar -sabedor de cómo se las gastan sus antiguos compañeros- decidió ayer dar un paso significativo. Flanqueado por sus candidatos, quiso hacer pública la situación en que se encuentran e invitó a fotógrafos y cámaras a que recogieran el testimonio del último ataque. Subido a una escalera, el que fuera candidato de Aralar a la alcaldía de San Sebastián, Iñaki Regil, se afanaba con una brocha en devolverle el rojo al cartel del partido. Simpatizantes y periodistas comentaban que ese paisaje, nuevo para Aralar, es desde hace tiempo un lugar muy frecuentado por otros partidos. Hasta el punto de que el PP decidió no tener sedes públicas en Euskadi y algunas Casas del Pueblo -las sedes socialistas- son auténticas fortalezas. A la de Hernani, por ejemplo, se accede como a los bancos mejor pertrechados, mediante un mecanismo de puertas blindadas en forma de esclusa. En ésas estaban cuando apareció el vecino preocupado. Dijo Zabaleta que la reacción de su partido a los ataques no puede ser otra que acelerar la inauguración de la sede y seguir apostando por una izquierda abertzale que "sólo actúe por los cauces políticos". El coordinador de Aralar dejó claro que su formación defiende la participación en las elecciones de todos los partidos, incluida Batasuna, pero volvió a emplazar al partido de Arnaldo Otegi para que haga "profesión rotunda de utilizar exclusivamente los cauces políticos".
En las notas de prensa que dan cuenta de los ataques de violencia callejera se suele decir que "unos desconocidos" hicieron tal o cual cosa. En este caso, no es del todo así. Patxi Zabaleta sonríe. Dice aquello de que "aquí nos conocemos todos" y relata que, durante uno de los sabotajes, los militantes de Aralar que estaban dentro salieron y atraparon a los agresores. Dos iban con capuchas. Se las quitaron. Eran viejos conocidos. Zabaleta y su gente también saben quiénes fueron los que pintaron de rojo su sede de Getxo (Vizcaya), y quiénes, el sábado pasado, después de almorzar en una sociedad gastronómica de San Sebastián, arrancaron el cartel de la sede y lo tiraron al río.
Cuando Aralar puso la sede, algunos vecinos del número 3 no se preocuparon demasiado. Pensaron que, tratándose de viejos socios de Batasuna, vivirían tranquilos. Pero, como dice Zabaleta, cuando ETA rompió la tregua y volvió a matar, él se cayó del caballo. Se fue de Batasuna y denunció la violencia. Y eso tiene un precio.
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