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Reportaje:Elecciones en el PaísVasco

Pendientes de los sorteos

El azar se ha convertido en la única posibilidad de conseguir una vivienda para muchos jóvenes de Euskadi, la tercera comunidad con los pisos más caros ø Sólo Madrid y Barcelona superan a las tres capitales vascas

Ser joven e independizarse de los padres es en Euskadi en ocasiones una cuestión de azar. Miles de personas viven pendientes de los sorteos de viviendas de protección oficial (VPO). El Gobierno vasco reconoce que el 90% de la población no puede acceder a una vivienda a los precios de mercado actuales. La demanda crece y el Departamento de Vivienda,dirigido por el coordinador de EB-IU, Javier Madrazo, no ha podido parar la escalada de precios, aunque ha logrado que desde 2001 una de cada tres viviendas que se construyen sea VPO.

El Ejecutivo vasco estima que un 5,13% de las familias vascas (38.226) precisa cambiar de casa, y que son 80.176 personas las que quieren acceder por vez primera a una vivienda. EL PAÍS se ha acercado a cinco historias.

"Si hubiera tenido piso, me hubiera ido hace años a vivir con mi novio", asegura Marta Moreno
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- Un afortunado de la promoción oficial. "Me tocó en noviembre de 2001 y me lo dan en mayo o en junio", señala Aitor Legaristi, de 29 años, con satisfacción. Fue agraciado con un piso de protección oficial de una cooperativa, por 139.000 euros. Es ingeniero y va a ocupar la vivienda, en los tres meses que exige la ley, con su novia. Los dos dejarán a sus padres. "Los pisos libres que están al lado del mío cuestan exactamente el doble", dice Aitor. Con su mente de ingeniero lleva tiempo ahorrando y quiere esforzarse al máximo para dejar poco dinero al banco. Su intención es hacer la hipoteca a 15 años. "Habrá que apretarse el cinturón e ir amueblando la casa poco a poco", dice convencido. Sus únicos objetivos son la cocina, el dormitorio y el salón. "He tenido suerte. Mis amigos se tienen que meter en pisos de 300.000 euros. Todos tienen pareja y trabajan los dos. En caso contrario estás abocado a vivir hasta los 40 con los padres", indica.

- Al mercado libre por agotamiento. Marta Moreno tiene 32 años y su novio 34. Durante cinco años ella y su novio han estado apuntados a todo tipo de concursos y sorteos de vivienda, sin ningún éxito. Cada uno vivía con sus padres y ya no podían esperar más. Él trabaja en un fábrica, ella en una floristería. Su nuevo piso, que les costó el pasado junio 180.000 euros, se lleva más de la mitad de sus ingresos. La paradoja es que nada más comprarlo les anunciaron que habían conseguido en un sorteo uno de precio tasado por 163.000 euros. Les pedían pagar 66.000 euros en tres meses y el piso no se lo daban hasta dentro de cuatro años. Lo descartaron porque las condiciones eran imposibles en lo económico y lo personal. Ahora viven en una casa antigua, que han pintado ellos mismos, y están sorprendidos porque logran llegar a fin de mes.

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- Gracias a la familia. Gorka Iturbe tiene 28 años y es ingeniero. Su pareja, Ana, 32, y es arquitecta. Nunca han intentado entrar en un concurso de pisos de protección oficial porque calcularon que, con un poco de suerte, tendrían una vivienda como pronto en dos años. Gorka es de Vitoria pero Ana es de Extremadura. La única vía para desafiar los 600 kilómetros que les separaban era comprar un piso. "Hicimos números y preguntamos a nuestros padres si nos podían echar una mano y nos dijeron que sí. Sin su ayuda no hubiéramos podido hacerlo", dice Gorka. Llevan desde julio, con su hipoteca, en su nueva casa, donde Ana también trabaja. Pagaron por el piso 312.526 euros. Se consideran afortunados cuando piensan en sus amigos.

- Independizarse de alquiler. "Mi novia y yo estamos apuntados en todos los concursos de protección oficial". Gonzalo Fernández de Arroyabe no pierde la esperanza a sus 29 años de que le toque un piso. Sin embargo, este licenciado en Marketing ha optado por independizarse por la vía del alquiler, y lleva un mes viviendo con su compañera. "Solamente compraremos un piso si nos toca uno de protección oficial. Mientras, vamos a agotar los seis años que podemos ahorrar en la cuanta ahorro vivienda", asegura. Pasado este plazo y si la suerte no les acompaña, Gonzalo se resigna a pensar en la posibilidad de comprar una vivienda de precio libre. Como la inmensa mayoría de los jóvenes vascos, están apuntados por separado en los sorteos y cuentan con dos cuentas de ahorro vivienda. "Si hubiera tenido alguna opción me hubiera ido antes de casa de mis padres, aunque la relación es buena. Me parecía absurdo ir de alquiler y compartir piso con mi novia y otras personas", señala Gonzalo resignado.

- Un cambio de casa. Chus M. Franco tiene 37 años, es funcionaria, está casada y tiene una hija de tres años. Hace poco más de dos años se lanzó a comprar una casa. Hasta entonces vivía de alquiler en un pequeño piso "coqueto" de 50 metros cuadrados. Su marido es un profesional liberal que tiene la oficina en casa y con la llegada de la niña se le hacía dificil compartir dormitorio y despacho. "Nos planteamos buscar casa y fue un horror. Teníamos poco dinero ahorrado y pedían una barbaridad", señala Chus.

Por su actual vivienda de 68 metros cuadrados pagaron 173.091 euros, y su vecino acaba de cerrar la venta de una casa igual, "sin arreglar", por 60.000 euros más. Chus y su marido son licenciados universitarios, y pudieron comprar la casa porque recibieron algo de ayuda familiar. Su renta les impedía entrar en concursos de VPO. No se quejan, pero compraron una casa de 32 años, en un barrio obrero de Vitoria, Zaramaga, de las que en su día fueron de protección oficial y donde la media de edad "supera los 80". Hay 24 viviendas en el mismo portal y sólo tres niños.

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