DNI para las flores
Anjeles Iztueta ha anunciado el "currículo escolar vasco", para que los "chavales" de aquí aprendan lo de aquí (biología propia, zoología propia, etcétera.); y yo me he sumido en un mar de dudas. Y cuando digo mar no me refiero al Cantábrico, ese pedazo de mar tan nuestro; no, y que me perdone la consejera, lo digo en otro plan. En plan general, con un sentido de hondura que vale igual aquí que en la Patagonia o Sri Lanka. Lo digo como si yo estuviera sin escolarizar y pensara aún que los mares no tienen dueño. En fin, las dudas (dudas que por cierto no creo que formen parte del Plan Iztueta de Enseñanza vasca, porque dudo mucho que ella las considere un producto local).
La verdad es que con ese sistema se abaratará mucho la enseñanza: nada de fortunas gastadas en tantísimos libros; todo cabrá en un único volumen perfectamente manejable. Y además ganará en ritmo y precisión. La Geografía, por ejemplo, qué diferencia. Lo ilustraré con un prototipo de lección: "A ver niños y niñas hoy estudiaremos los mares de aquí. En Euskadi hay un mar (un fragmento). El mar Cantábrico. ¿Entendido? Sí. Pues un repasito para afianzar la asimilación; y fin de la clase". Es decir, (otra ventaja añadida) más tiempo para involucrar al alumnado en actividades extra-socio-educativas. Hacer pancartas para dar la bienvenida a otra Ikea, por ejemplo. Eso suponiendo que triunfe (como parece indicar la lógica jerárquica) la tesis del lehendakari de que Ikea es vasca sobre la teoría del inmigrante, tan cara para la consejera. Pero tengo otras dudas. ¿Qué pasa con la diáspora? ¿Va a influir en la configuración de la geografía de lo propio? Porque de ser así, serían bastantes más los mares de aquí; y pobres niños vascos, otra vez a meterse en la cabeza el lío del Pacífico, el Atlántico, el Caribe y tal. Me preocupa.
Pero es al abordar la zoología propia cuando el mar de mis dudas alcanza profundidades oceánicas. Trataré de ordenarlas. ¿Cuál es el tratamiento que van a recibir las aves migratorias? ¿Va a ser el tiempo que permanezcan en nuestro espacio aéreo el factor que determine su inclusión en los libros? Y en caso afirmativo, ¿durante cuántos minutos, horas, días tendrán que sobrevolarnos? Luego está el otro tema siempre delicado. Porque incluso a un niño muy pequeño no se le escapa el origen exótico de algunos animales: avestruces, pececillos tropicales o escualos que pueblan nuestras granjas o recintos de ocio. ¿Qué va a pasar con ellos? Todos tienen papeles, muchos incluso han conseguido reproducirse entre nosotros. ¿Van a ser "de aquí" a efectos didácticos? Y en caso afirmativo, va a aplicarse igual criterio a los indocumentados que la gente se trae de tapadillo de un viaje largo (boas o loros o mamíferos del desierto) y que luego abandona por incompatibilidad de tamaño o estilo de vida. ¿Está prevista para ellos la regularizacion? ¿Y qué tratamiento van a recibir las especies en peligro de extinción? La ranita de Igara, por ejemplo, que ya se sabe que no sobrevivirá a la incineradora prevista en ese barrio. ¿Van a excluirse de los manuales desde ya, para evitarles a los niños el esfuerzo de documentarse y el disgusto de encariñarse en vano?
Aunque los disgustos más gordos pueden venir del lado de la flora. Pongamos las margaritas. Los niños las van a estudiar, como es natural, como flores nuestras, de toda la vida. Pero si luego esos niños viajan y las ven poblando masivamente otros lugares, ¿no se van a hacer un lío entre lo propio y lo extraño? ¿No puede tener eso efectos devastadores sobre el concepto mismo del currículo vasco?
Para evitar repercusiones contraproducentes y sufrimientos innecesarios no estaría de más que las señas de identidad de nuestras flores estuvieran perfectamente claras desde el principio; que una masiva campaña de etiquetado precediera la puesta en marcha del nuevo programa educativo. Como se hace con las aves, se les podría poner un carné en forma de arandelita alrededor del tallo. Un DNI vasco para las flores. Qué ventaja para los niños y niñas de Euskadi. Qué guay.
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