La localidad alpujarreña de Mecina Fondales recuerda al hispanista Gerald Brenan con unas jornadas
La localidad alpujarreña de Mecina Fondales acoge desde ayer una jornadas sobre Gerald Brenan tituladas Al sur de Granada, 1919-2005, con las que se pretende rendir homenaje al hispanista británico con motivo de los primeros veinte años de la publicación de El Laberinto español o La faz de España, así como de la traducción de su obra Pensamientos en una estación seca.
Pero no quedará en un homenaje para una fecha marcada en el calendario. Sus organizadores han anunciado que tratarán de darle continuidad en los próximos años con temas que hagan referencia al mundo que el inglés vivió desde que en 1920 alquilara una casa en el pueblo alpujarreño de Yegen, donde residió gran parte de esa década. En 1934 el escritor compró una casa a las afueras de Málaga, donde se volvería a instalar en 1954 hasta que en 1970 se mudó a Alhaurín el Grande, en el cercano valle de Coín, donde murió en 1987 a los 92 años.
Como afirma Antonio José López, catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Granada y uno de los organizadores de las jornadas, "Brenan no fue un viajero británico al uso, ya que se estableció en la zona y convivió con los habitantes del pueblo hasta desentrañar el alma de sus gentes". Y el impacto que causaron esas gentes en el espíritu del inglés le marcaría para siempre. Cuando en 1949 regresaba a Inglaterra admitió que vio desde la ventanilla del avión un país "tan ordenado como una huerta bien cuidada". No era el caso de la España que tanto amaba y mucho menos de la región andaluza que permanecía ajena al progreso que se respiraba en las grandes metrópolis.
La conferencia inaugural de las jornadas tuvo lugar ayer con la presencia del delegado de Cultura de la Junta, José Antonio Pérez Tapias, que en esta ocasión acudió en calidad de profesor de filosofía. Bajo el título Brenan y la religión: opiniones de un creyente dubitativo, Tapias destacó que el autor británico era una persona con profundas convicciones religiosas pero nada dogmáticas, por lo que nunca se instaló en una posición agnóstica o atea. Por otra parte advirtió que Brenan mantuvo una apertura a lo religioso vinculada a una tradición británica que guarda una estrecha relación con la moral y los sentimientos, de una forma empirista que se remonta a Hume. Pero sus creencias siempre pasaron por "el filtro de la razón crítica", lo que constituye "una posición que hay que revalorizar ya que no lleva a visiones dogmáticas y está muy acusada por la duda".
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