La imagen del Papa

No creo que un periódico de la línea editorial del suyo, del cual soy suscriptor de la versión en Red, publique la imagen del Papa, en la portada del día 31 de marzo, con otra intención que no sea la puramente informativa. Supongo que muchas otras publicaciones difundirán esta dramática imagen.

No parece necesario, en mi opinión, ahondar en la herida de ver a uno de los protagonistas del pasado siglo, en su humana decrepitud, próximo al final de sus días. Parecería más oportuno no esperar a su muerte, para empezar una serie de reportajes sobre su labor, más o menos discutida, pero clave para entender nuestro tiempo.

De todas maneras, la responsabilidad última de esta situación no la tienen los medios informativos, sino la falta de pudor que protagoniza la Santa Sede, exponiendo a su titular sin más miramiento que mostrarnos a un enfermo terminal públicamente, casi como escarnio.

Si el protagonista fuera otro, se alzarían voces de los prelados criticándolo, como suele habitualmente actuar la curia romana, a espaldas del mundo real, en su lento caminar al final de su influencia.

Le pediría humildemente que no contribuyera a esto, y no publicara más imágenes del sufrimiento de Juan Pablo II.