Ricardo Bofill debuta con un filme ambientado en Ibiza
'Hot milk', que se estrena el día 8, es "una fábula moderna"
Dos años después de rodar su primer corto, Ricardo Bofill, hijo del arquitecto del mismo nombre, debuta en la dirección de un largometraje con Hot milk. El filme es una "fábula moderna" ambientada en la noche ibicenca, y está protagonizado por Ana Turpin. Bofill dice de ella que es "una película sin demasiadas pretensiones, hecha con la intención de divertir a todos los públicos, que habla de cosas importantes pero sin demasiado hierro". La película se estrena el próximo 8 de abril, con 60 copias. En ella, Bofill ha primado la estética por encima del contenido, en busca de "una forma de rodar nueva".
La película cuenta la historia de una joven ingenua que vive en las montañas y se gana la vida ordeñando vacas. Su sueño es bailar, y una convención de empresas productoras de leche en Madrid le da la ocasión de salir de su pueblo para debutar como animadora. Pero en el aeropuerto es víctima de una artimaña que la lleva hasta Ibiza. El frenesí de drogas, sexo y personajes descalabrados con que se encuentra, en claro contraste con su vida hasta entonces, le lleva a abrir los ojos a un mundo nuevo y a plantearse cuál es su lugar en él. "La película no tiene mensaje, es un canto a la libertad y a que cada cual escoja su camino".
Enrique San Francisco, Sergio Pazos, Vanessa Otero, Iván Morales, Laura Domínguez, Eloi Yebra y Zoe Berriatua son otros de los actores que participan en el largometraje, que culmina un viejo proyecto del director. "Desde los 11 años tenía el sueño de hacer una película", confesaba ayer en Barcelona el realizador novel. "Dirigir es algo maravilloso, especial y mágico", continuó el debutante, graduado en dirección por la Universidad estadounidense de UCLA y que fue realizador de un programa musical en Londres y dirigió un vídeo musical para Canal +.
Hot milk nació a raíz de una propuesta de la productora Canigó Films. El director se ha concentrado especialmente en la estética del filme y en la música, que retrata el mundo interior de la protagonista y pone banda sonora al desenfreno en la discoteca del resto de personajes, reflejo de la imagen más estereotipada de la isla de Ibiza. "El guión no es lo más fuerte de la película. Lo trabajé con el director de fotografía para encontrar una forma de rodar nueva, diferente al lenguaje clásico del cine tradicional".
El tono del filme está inspirado en el carácter irreal y fantástico de los cuentos, y su protagonista recuerda a la Amélie de Jean-Pierre Jeunet, aunque sumergida en unas aventuras mucho más sórdidas que aquélla. La comparación complace a Ana Turpin, que, como el resto del equipo, defiende a capa y espada la película y, sobre todo, da la cara por su director. "Cuando me pasaron el guión lo prejuzgué porque era suyo, y creo que ésa es una actitud común. Se le critica sin conocerle. Pero el guión me gustó". Bofill ofrece una imagen de sí mismo muy alejada de los excesos y la frivolidad que han popularizado los programas y revistas rosa. "En estos dos últimos años he intentado destruir ese personaje", afirma.
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