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Un mecanismo incómodo

La sonda nasogástrica es un tubo de plástico más o menos flexible que se introduce por uno de los orificios nasales y llega hasta el estómago. Una vez colocada, se fija en la nariz con un esparadrapo. Para hacer llegar los alimentos, primero se aspira el contenido gástrico y luego se introducen de forma lenta (entre 15 y 20 minutos, según la cantidad) por medio de una jeringa o de una pequeña bomba de infusión. La posición de la sonda se suele cambiar a diario, girándola levemente.

Este sistema es muy incómodo para el paciente, y sin duda le causará molestias a Juan Pablo II, sobre todo si se tiene en cuenta que, además, al pontífice se le instaló ya un tubo en la garganta para facilitarle la respiración.

La sonda nasogástrica es un recurso temporal. Si el Papa no pudiera volver a comer normalmente, podrían tener que insertar la sonda directamente en su estómago.

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