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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ruanda

Se ha presentado una querella contra Ruanda en Madrid, el 22 de febrero, a cargo de un grupo de asociaciones reunidas bajo la denominación de Fórum Internacional para la Verdad y la Justicia.

Estas organizaciones están conducidas por la asociación Minorisa-Inshuti, la cual agrupa a españoles veteranos de la región africana de los Grandes Lagos y a refugiados ruandeses quienes, en octubre de 1996, cuando se produjo el desmantelamiento de los campos de refugiados de Kivu, se dispersaron por el mundo a través de Zaire (hoy en día República Democrática del Congo) en lugar de volver a entrar en Ruanda.

Algunos de ellos llegaron a España, principalmente con la ayuda de una organización religiosa bien conocida y, enseguida, se puso en marcha la asociación Minorisa-Inshuti.

El credo de Minorisa-Inshuti, como podemos apreciar constantemente en su portal de Internet, es muy sencillo y muy claro: "Nunca ha habido genocidio de los tutsis en Ruanda; sin embargo, hay un genocidio perpetrado por el Estado ruandés contra los hutus, desde 1990 hasta nuestros días".

Negacionismo puro si recordamos que el genocidio de los tutsis en Ruanda (1994) fue reconocido oficialmente por la ONU y por la Comunidad Internacional como el tercero en el mundo y el primero en África.

Es este mismo grupo el que acusa en estos momentos al Estado ruandés del asesinato de nueve españoles, entre 1994 y el 2000.

Estos asesinatos habrían tenido lugar en las regiones del noroeste de Ruanda, en una época en la que dicha región estaba infestada de rebeldes y genocidas.

Tras acabar con el genocidio, el nuevo Gobierno, pese a la indiferencia de la Comunidad Internacional, ha llevado a cabo todas las investigaciones posibles; los resultados de las investigaciones referentes a los españoles mencionados en la querella están a la disposición de las autoridades españolas. Se ve claramente la buena fe del Gobierno ruandés y el carácter innoble de la querella interpuesta.

El genocidio, lejos de representar para Ruanda un fondo de comercio para conseguir ayuda y piedad, como dicen los cínicos, lejos de representar una inseguridad contra la justicia, queda como una brecha abierta en el corazón de los ruandeses, y éste es el mayor obstáculo para la reconstrucción de la unidad nacional y para el desarrollo en la igualdad democrática de todos los ciudadanos ruandeses.

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