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El mal estado de los tres edificios del Carmel prolongará su derribo

Nadal pide disculpas y asegura que el Gobierno actúa para garantizar la seguridad

Clara Blanchar

El derribo de los tres edificios del barrio del Carmel de Barcelona que no resistieron el segundo socavón sobre las obras del metro comenzó ayer con un imprevisto. "Hemos visitado las casas que se derribarán y su estado es mucho peor de lo que esperábamos", anunció pasadas las diez de la mañana el arquitecto que dirige el operativo, Carles Buixadé.

Experto en obras como la que ayer comenzó en el Carmel, Buixadé señaló que el precario estado de los inmuebles "alargará un poco" el derribo, porque será necesario "apuntalar la escalera, para mantener un núcleo rígido que garantice la seguridad de las personas que trabajan en la demolición".

A preguntas de los informadores, Buixadé aseguró que el mal estado en el que se han encontrado los edificios por derribar no afectará a los contiguos, el número 4 del pasaje de Calafell y el 8 de la calle de la Conca de Tremp. "Son absolutamente recuperables", dijo el arquitecto, tras recordar los complejos trabajos de apuntalamiento que se realizaron durante la semana pasada y el fin de semana, después de vaciarlos de muebles.

Sin embargo, el anuncio de Buixadé puso en alerta y despertó recelo entre los vecinos más cercanos al derribo. Una de las abogadas del despacho que defiende los intereses de los vecinos de este edificio explicó ayer que las grietas en su interior "son enormes" y que sus habitantes dudan sobre "hasta qué punto se podrá salvar". Desde el otro lado de la calle, el 4 del pasaje de Calafell, Beatriz Lobeiras, explicó que ella quiere volver "siempre y cuando sea en condiciones", pero confirmó que algunos vecinos suyos no tienen nada claro el retorno.

Para estos casos, los de vecinos próximos al socavón que pese a la reparación de los daños y la recimentación de sus edificios no se consideren seguros, la Generalitat anunció hace dos semanas que les ofrecerá pisos en condiciones de permuta.

Mientras, y con el traspiés de ayer, la demolición prosigue manualmente y con sumo cuidado. Se trata de evitar que cualquier movimiento, vibración o desprendimiento pueda afectar a los edificios contiguos.Los trabajos se llevan a cabo muy lentamente. Ayer, la docena de operarios que trabajan en el dispositivo -asegurados con arneses- se dedicaron a reforzar las escaleras y a retirar antenas, telas asfálticas y placas de fibrocemento de los pisos superiores y de los tejados. A continuación, se demolerán los pisos uno a uno y no tres de una vez como estaba previsto. La necesidad de extremar las precauciones llevará incluso a suspender de una grúa un contenedor en el que se depositarán los cascotes, para evitar impactos incontrolados.

Será un derribo casi ladrillo a ladrillo que tendrá otro momento clave en la retirada de la montaña de cascotes de lo que fue el número 10 del pasaje de Calafell, que actualmente sostiene en parte los edificios que se están derribando. El último paso, según la previsión de la dirección de los trabajos, será limpiar los alrededores y allanar el terreno del enorme hueco que dejarán el socavón y los derribos.

Mientras, los vecinos de los tres edificios derribados se mostraron ayer indignados porque se enteraron del inicio de la demolición de sus casas a través de los medios de comunicación. "Claro que sabemos que los edificios van al suelo hace semanas, pero es una cuestión de formas, de educación. No sólo no se han dignado a avisarnos, sino que desde el viernes pasado cuando lo publicaron los periódicos hemos intentado contactar con el Secretario de Vivienda de la Generalitat y no ha habido manera", criticó Laura Alcampel, portavoz de los vecinos del número 6 de la calle de la Conca de Tremp.

Alcampel recordó que las 34 familias que se han quedado sin casa todavía están pendientes de firmar con la Generalitat el convenio que fija las compensaciones que recibirán, así como las condiciones de realojo provisional en pisos puente y su reubicación definitiva en viviendas de nueva construcción o de promoción pública. "Todavía somos propietarios, aunque haya comenzado el derribo", subrayó.

Por la tarde, el consejero de Obras Públicas, Joaquim Nadal, pidió "públicamente disculpas" a estas familias por no haberles avisado. "Alguien ha fallado no llamando familia por familia", reconoció durante una entrevista en la Cadena SER. Más tarde, y ante el recelo mostrado por algunos vecinos por la gestión de la crisis, Nadal señaló: "La Administración no tiene ninguna otra estrategia que no sea la seguridad de los vecinos, el derribo de los 34 pisos insalvables, recuperar los técnicamente recuperables y la normalización gradual del Carmel una vez que se hayan producido los derribos".

Dos operarios retiran placas de fibrocemento, ayer en el Carmel.
Dos operarios retiran placas de fibrocemento, ayer en el Carmel.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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