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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Juzgados de lo Social y Santa Inquisición

El día 22 de febrero hemos procedido a denunciar a la magistrada del Juzgado de lo Social número 1 de Jaén, señora Horcas Ballesteros, porque entraba a trabajar a las 10.00 de la mañana y, además, en horas de trabajo recibía clases particulares. No tendrían importancia estos hechos si no fuera porque en este Juzgado los despidos procedentes y la denegación de prestaciones por enfermedades graves psíquicas o cáncer, etcétera, son el pan de cada día. Esto ocurre en este Juzgado, y en los cuatro de Jaén, en unos más descarado y en otros más solapado. Existe una predisposición contra los trabajadores, y los y las jueces ni son neutrales, ni aparentan serlo, y, además, por si fuera poco, tienen una falta de conocimientos jurídicos a la misma altura que la de respeto humano.

Casi todos los jueces de lo Social y de la Sala de lo Social están dictando sentencias políticas contra los trabajadores. Estos señores se ponen su toga negra no para impartir justicia, sino para asustar al público, esperando que todos les digamos "sí, mi amo". Estas señoras y señores que están haciendo política, en lugar de impartir justicia, lo que deberían de hacer es presentarse a las elecciones y así castigar a los débiles y premiar a "sus sangre azul" (médicos, catedráticos, arquitectos), y es por ello que cuando estos sangre azul llegan a los juzgados con una fibromialgia, por ejemplo, le es concedida una invalidez absoluta, y cuando tienen la misma enfermedad los trabajadores manuales, no les conceden ni agua. El ministro de Justicia y el fiscal general del Estado deberían saber lo que está ocurriendo aquí, y es por esto por lo que les voy a enviar una serie de sentencias con nombres y apellidos para que luego no digan el socorrido "éramos ignorantes de estos hechos".

A todo esto no son ajenos los medios de comunicación, que se dedican a cuatro cotilleos y reparto de medallas diarias, y no se publica ni se investiga prácticamente nada sobre los siete millones de trabajadores en precario que hay en España.

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