Carlos Otero Díaz, economista, catedrático y ex consejero de la Xunta
Carlos Otero Díaz, catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela y primer consejero de Economía de la Xunta de Galicia, fue enterrado ayer en la parroquia de San Fiz de Asma, en el municipio de Chantada (Lugo), donde había nacido en 1931. Otero falleció la noche del sábado en Santiago, ciudad en la que residía desde hace cuatro décadas y donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional y política.
El Gobierno gallego, que en 2001 lo había condecorado con la medalla Castelao, lamentó la "pérdida de un hombre muy importante para Galicia", en palabras de su consejero de Economía, José Antonio Orza, quien destacó la "vocación de servicio público" del fallecido.
Otero fue uno de los grandes impulsores del estudio moderno de la economía gallega. Hizo la carrera en Madrid y en 1966 regresó a su tierra para asumir la única cátedra de la especialidad que había entonces en la Universidad de Santiago de Compostela, la de Economía Política, Hacienda Pública y Derecho Fiscal.
Aunque nunca abandonó su vocación académica, en 1982 ingresó en la política al aceptar el cargo de consejero de Economía en el Gobierno formado tras las primeras elecciones autonómicas gallegas, que presidía el popular Xerardo Fernández Albor. Estuvo poco más de un año en el cargo, al que regresaría en 1986, también por solicitud de Fernández Albor.
En la década de los noventa, el Parlamento gallego le nombró para dirigir el primer Consello de Contas (Tribunal de Cuentas) autonómico. También ocupó la presidencia de la Fundación Alfredo Brañas, vinculada al PP gallego, y, tras ser designado profesor emérito, la Universidad de Santiago le otorgó su medalla de oro.
Hombre discreto y un tanto solitario, se había granjeado el cariño de casi todos los que le trataron en el mundo académico o en el de la política, incluidos los que defendían posiciones ideológicas muy alejadas de las suyas. Era un hombre extraordinariamente cálido en el trato, casi paternal, con un sentido del humor muy propio de su tierra y que, sin renunciar a sus simpatías políticas, demostró en numerosas ocasiones su independencia de criterio.
Uno de sus discípulos y colaboradores, el también profesor Pedro Puy, director general de Relaciones Institucionales de la Xunta de Galicia, escribía ayer en el diario El Correo Gallego: "Carlos Otero no tuvo hijos ('que se sepa', bromeaba), pero además de unos sobrinos que constantemente atendía con preocupación de padre, Dios le mandó muchos alumnos y discípulos, que tuvimos la fortuna de aprender directamente de él bonhomía y generosidad, su principal lección".-
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