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Columna
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1943

La combinación de archivos y nuevas tecnologías le permite hoy a cualquiera recomponer el mundo de ayer (o su sombra) mediante una simple consulta. Hubo, antes, mucho mundo y, desde luego, historiadores, pero nunca el peso del pasado estuvo más al alcance de las personas corrientes, incluso de aquellas que carecen de la necesidad de leer.

Permítanme que ejercite aquí dicha facultad y que use, para volver atrás, la fecha de mi nacimiento. No lo hago por narcisismo (o no sólo), sino porque creo que no nos hará ningún mal repasar titulares de prensa de aquel año, 1943. He utilizado como fuente los resúmenes que, respetando el estilo mantenido en la época, el diario La Vanguardia regaló hace unos años; los conservo encuadernados, como oro en paño.

Faltaban aún dos años para el hundimiento nazi, cuyo sexagésimo aniversario conmemoramos ahora, pero a estas alturas de marzo de 1943, los alemanes habían perdido la batalla de Stalingrado, por culpa (oh, gracias, mil gracias) de los bolcheviques. Previamente, Goebbels había dado una conferencia muy celebrada, llamando a la "guerra total contra el judaísmo" y reafirmando las cualidades de Alemania como "baluarte anticomunista en Europa". En abril, las SS alemanas "trasladaron" a los 60.000 judíos que aún quedaban en el gueto de Varsovia, después de haber "penetrado" en él (para mejor información, ver El pianista). En el mismo mes, los soviéticos masacraron a los polacos en Kaytn. En mayo, alemanes e italianos habían sido expulsados de Túnez. En julio, los aliados desembarcaban en Sicilia. En agosto, Roma era declarada ciudad abierta. En octubre, los aliados reconocieron a Italia como país beligerante. El Duce había perdido su peana.

Entretanto, en España, el Gobierno recordaba que estaba prohibido bailar en bañador en las piscinas y celebrar el Carnaval; por lo demás, el Caudillo era clemente ("Franco sabe hermanar la templanza con el rigor", escribió el atribulado Tribulete del momento), y empezaban las restricciones de luz.

Cada bebé viene a este mundo rodeado de titulares que sólo décadas después podrán ser interpretados, cotejados, analizados. Son el zumo de la historia que le ha caído en suerte.

La vida. Esa cabezadita.

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