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Columna
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Ficción

La película alemana que en castellano se titula El hundimiento y que describe los últimos días de Hitler despierta polémica por donde pasa. A mí me ha gustado, pero no quiero hablar de la película, sino de la polémica. Unos le reprochan que muestre aspectos humanos de Hitler; otros, presentarlo en el momento de la derrota, abandonado, desconcertado y agonizante. Las dos cosas son ciertas, pero no me parecen importantes. Lo que humaniza a Hitler es el hecho innegable de que era un ser humano y, como tal, expuesto a momentos de civilidad e incluso de afecto; episodios mínimos que no alteran el balance. En cuanto a su modo de afrontar la adversidad, tal como se nos presenta resulta más perverso que heroico, más repugnante que patético. En resumen, que nada sustancial pretende invalidar el juicio de la historia sobre el personaje, con la probable excepción del espectador que acudiera al cine sin saber a estas alturas quién era Hitler o sin haberse formado una opinión sobre si era o no un buen chico. Otra cuestión es la contraposición, que la película subraya, entre Hitler y sus más íntimos colaboradores y el resto de los alemanes. Los militares competentes, lúcidos y honorables, los médicos abnegados, las secretarias leales, los ciudadanos estoicos y solidarios en el sufrimiento representan a un pueblo equivocado en sus decisiones, pero básicamente decente, una víctima de su propio error. Es la visión que algunos alemanes han decidido ofrecer de sí mismos, hartos de ser la caricatura del mal en un mundo donde nadie tiene las manos limpias. Tengan o no razón, están en su derecho. Al fin y al cabo, El hundimiento es sólo una película.

La ficción nos ayuda a entender la realidad cuando no trata de suplantarla. Pero todos creemos que creemos lo que nos cuentan de un modo convincente. Los más miopes confunden al actor con su personaje y se asombran de que en la vida cotidiana no siga desempeñando su papel. Los más perspicaces pensamos que la ficción forma parte de una realidad más amplia, de la que sólo se nos muestra un fragmento. Pero no hay tal cosa. Una película sólo es una película: hecha de invención y tecnología. Nada más, aunque ésta sea la materia de que están hechos los sueños. Y algunas pesadillas.

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