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Koldobika Jauregi sigue en busca de la espiritualidad en su obra más reciente

El escultor presenta en una galería de Bilbao una treintena de piezas

El escultor Koldobika Jauregi (Alkiza, 1959) ha reunido una treintena de piezas, algunas de ellas expuestas hasta enero en la sala donostiarra Kur, para formar su nueva exposición a la que ha denominado Alkiza, como un homenaje a su localidad natal y donde vive y trabaja. En ella continúa su búsqueda de la espiritualidad a través del trabajo con materiales terrenos que inició hace algunos años, tras explorar distintos caminos artísticos.

Alkiza se puede ver en la galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao (Henao, 3) hasta el próximo 2 de abril. "El tema más recurrente es la meditación", afirma Jauregi. "Hay un acercamiento a la filosofía zen, el mismo que ha habido en mi vida. En un principio fui reticente a conocer las filosofías orientales, pero poco a poco he ido aprendiendo de ellas. No tenía resuelto cómo acceder a determinados temas y, al final, me encontré con la filosofía oriental", indica el artista.

Gracias a esa meditación, que practica, Koldobika Jauregi se ha "descolgado de toda la vorágine" de la vida actual. "Vale ya de generar dolor por dolor", exclama. Él se refugia en su casa, en Alkiza, en su trabajo, que es su vida, y desde allí se sumerge en su universo creador, simplemente por necesidad. "El día que ya no tenga nada que decir, lo dejo".

Sus piezas, muchas a medio camino entre cuadros y esculturas, son parte de la naturaleza que le rodea, "el paisaje que contemplo cada día". Están realizadas en madera y hierro, fundamentalmente, y algunas incluyen pan de oro, un material que acentúa la sensación de espiritualidad, una espiritualidad que no es sólo oriental, sino también católica. Jauregui expone en Bilbao hasta una pila bautismal, en madera quemada y pan de oro. "Es un material al que he ido y he vuelto, de forma intermitente. A veces lo encontraba hortera. Lo he amado y odiado, pero hace cuatro años volví a él. Al final, he decidido dejarme llevar por lo que necesito", comenta.

Vasco y oriental

Las obras que se muestran en la galería bilbaína se presentan en distintos formatos. Algunas, como el Tríptico abatible, son de gran tamaño, dos metros por dos metros.

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Los títulos de las piezas se repiten, lo que conforma el mapa de las obsesiones del autor. "Lo que expongo es producto de una búsqueda, la de la espiritualidad. Hay muchas influencias, desde la poesía japonesa al budismo y las iglesias católicas. Trato de buscar un traje que me siente bien, pero que tenga autenticidad", explica.

La obra de Jauregi mezcla, de forma suave y nada chocante, las raíces del arte vasco y de la arquitectura vasca con lo oriental. "Japoneses que han visto mi trabajo se reconocen en él, pero le encuentran algo extraño. Es la parte vasca", indica.

La galería Kur de San Sebastián acaba de finalizar una exposición de este artista. Parte de esas piezas se encuentran ahora en Bilbao, "aunque un 70% es nuevo". Eso da idea de la incesante producción de Jauregi. "Trabajo mucho quizá porque todavía no he acabado de extinguir mi ego", reconoce, aunque afirma que camina hacia "un arte del anonimato". Por ello, muchas de sus obras no están firmadas. "Si el que las compra lo pide, se las firmo".

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