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Reportaje:

Los conserveros saltan el 'charco'

Su inversión en América Latina en los últimos años supera los 300 millones de euros

Salir fuera y no limitarse a resistir en casa los embates de las importaciones. Ésta es la estrategia adoptada por las mayores conserveras para defender su futuro. El Grupo Calvo, en Brasil, y Jealsa (Rianxeira y Escurís), en Chile, han protagonizado las últimas adquisiciones de empresas para ganar cuota y asegurarse aprovisionamientos. Pero no son las únicas y tampoco su actuación es una novedad en el sector.

Calvo se ha hecho con el 80% de la brasileña Gomes da Costa, y Jealsa, con el 80% de la conservera del grupo chileno Robinson Crusoe

Juan Vieites, director gerente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas (Anfaco), estima que las inversiones de este sector en América Latina pueden superar ya los 300 millones de euros, destinadas a la compra de empresas y a la constitución de nuevas sociedades con capital español que cuentan con instalaciones y factorías en tierra y barcos de pesca.

La fuerte dependencia del sector de conservas en España de algunas de las materias primas, como el atún, ha llevado a los principales grupos industriales a instalarse en los países donde se realizan la mayor parte de las capturas de estos peces.

España es el primer país productor de atún en el seno de la UE y el tercero del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos y Tailandia, lo que convirtió a este pez en el primer detonante de la expansión exterior de la industria conservera en América Latina. Pero el fenómeno se ha extendido a otros productos, como la sardina y el mejillón, y a otros destinos para la inversión como Marruecos e Italia.

El desembarco de los conserveros españoles en Centro y Suramérica, explica el responsable de Anfaco, responde en primer lugar a que ésta es una zona que goza de grandes expectativas y posibilidades de expansión tanto por suministro de materia prima como por fuerte crecimiento del consumo. Aspectos a los que hay que añadir las ventajas para nuestras empresas de un idioma compartido y de una cierta similitud en los gustos de la población de uno y otro lado del Atlántico.

Para el conservero español, además, esas inversiones les resultan imprescindibles, dada su total dependencia de caladeros exteriores, para poder ser competitivos y poder sobrevivir.

Algunas de las conserveras españolas más importantes se adelantaron a esta estrategia y cuentan desde hace años con presencia en diversos países de América Latina. Es el caso del Grupo Calvo, presente en El Salvador y Venezuela; de Jealsa, que está en Guatemala y Chile; de Salica y Albacora, presentes en Ecuador, y de Conservas Garavilla, que también está establecida en Ecuador.

Las últimas operaciones de los grupos Calvo en Brasil y Jealsa en Chile han reforzado la apuesta americana del sector conservero.

El Grupo Calvo ha adquirido recientemente el 80% del capital del grupo brasileño Gomes da Costa, la primera conservera de América Latina, por algo más de 40 millones de euros. Un desembolso destinado a la compra de las acciones a socios locales y al fondo de inversión estadounidense TCW, y también a una ampliación de capital de ocho millones de euros puesta en marcha por Gomes da Costa para refinanciar su deuda externa y reforzar su crecimiento

Desde la planta ubicada en El Salvador, el grupo conservero español pretende acceder al mercado norteamericano. Un mercado muy sugestivo por su dimensión y por las ventajas arancelarias que existen al venderle el producto desde el citado país centroamericano. Desde Brasil, por el contrario, Calvo pretende potenciar sus ventas en los mercados del cono sur latinoamericano.

El Grupo Jealsa Rianxeira, que contaba ya con una presencia exterior en países como Marruecos y Grecia, ha complementado en los últimos tiempos su internacionalización con la compra de un 80% de la división de conservas de la chilena Robinson Crusoe, que cuenta con una facturación de unos quince millones de euros. La nueva firma integrada en el grupo español opera principalmente con mariscos y cuenta con más de 2.000 puntos de venta en todo el continente suramericano.

Con estas operaciones, los grupos españoles pretenden aumentar ventas en esos países donde se hallan las nuevas sociedades. Pero el objetivo final es fundamentalmente mantener una posición competitiva en los demás países consumidores como EE UU y el conjunto de la UE al garantizarse materia prima y precios más competitivos.

José Luis Calvo (sentado) y Manuel Calvo, presidente y consejero delegado, respectivamente, del Grupo Calvo.
José Luis Calvo (sentado) y Manuel Calvo, presidente y consejero delegado, respectivamente, del Grupo Calvo.

Un sector que pasa a la ofensiva

Las conservas de pescado es uno de los sectores de la alimentación española que han experimentado en los últimos años uno de los mayores procesos de transformación. Aunque no ha desaparecido el minifundismo en determinadas zonas y hay plantas envejecidas, se ha producido un intenso proceso de concentración y modernización que ha dado lugar a la creación de algunos grandes grupos que ya se hallan entre las principales conserveras en el mundo.

Según datos de 2004, el sector facturó 285.000 toneladas por valor de 905 millones de euros. Un primer dato importante es que, tanto en valor como en volumen, se ha producido el mayor incremento de los últimos años con un aumento medio del 7%. Una segunda nota destacable es que las importaciones crecieron un 55% en volumen y un 31% en valor. Las ventas en el exterior también crecieron hasta situar a España como el segundo país exportador por detrás de Tailandia.

En 2004, a la cabeza de las empresas conserveras se hallaba Jealsa Rianxeira, con unas ventas de 309 millones de euros, seguida de Calvo, con 267; Garavilla, con 180, y Frinsa, con 150 millones.

El Grupo Calvo, fundado en 1940 por Luis Calvo, es la empresa líder, con su marca en España y Portugal, y en Italia con la marca Nostromo, con unas cuotas de mercado del 17%, 14% y 10%, respectivamente. Entre sus 11 fábricas y sus 11 barcos emplea a unas 1.800 personas y en 2004 facturó unos 260 millones de euros, con una capacidad de producción de 45.000 toneladas de atún y 1.000 toneladas de sardina.

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