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Los héroes ya tienen su bandera

El ministro de Defensa y el alcalde izan el estandarte nacional junto al monumento en honor a los "caídos por España"

El monumento "a todos los que dieron su vida por España", levantado en la plaza de la Lealtad de Madrid en 1840 y reinaugurado por el rey Juan Carlos en 1985, tiene un alto obelisco sobre un pedestal tallado con encendidos lemas patrios, una llama votiva alimentada con gas que no se apaga nunca, una verja y un pequeño jardín. Pero, hasta ayer, no tenía bandera. El ministro de Defensa, José Bono, del PSOE, y el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, resolvieron ese aparente contrasentido con un acto marcial durante el que fue izado el estandarte en el nuevo mástil colocado al efecto en la plazuela.

"El ministro Bono nos hizo una petición para completar este recinto con el único elemento que le faltaba: la bandera nacional. Y nos pareció una demanda necesaria y oportuna", explicó Ruiz-Gallardón antes de pedir que la colocación en una plaza pública de un estandarte "que es de todos" sea vista "con naturalidad, sin énfasis retóricos".

"Este lugar evoca la hermandad de todos los españoles, por encima de diferencias", dijo Bono

El monumento de la plaza de la Lealtad, bajo la que descansan los restos de los militares Luis Daoíz y Pedro Velarde, héroes del levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 contra la invasión francesa, se inauguró en 1840 para recordar a los 48 "patriotas" fusilados en ese mismo lugar aquel día. Pero desde 1985, cuando fue reinaugurado por el rey Juan Carlos, simboliza el recuerdo "a todos los que dieron su vida por España", y junto a él deja una corona de laurel cada jefe de Estado que llega a la ciudad en visita de Estado. La última, depositada por el presidente húngaro, Ferenc Madl, hace mes y medio, seguía ayer colocada en el frontal del monumento, ya un tanto mustia.

En un lateral del pedestal se lee: "Las cenizas de las víctimas del 2 de mayo de 1808 descansan en este campo de lealtad regado con su sangre. ¡Honor eterno al patriotismo!". El otro reza así: "A los mártires de la independencia española, la nación agradecida". A los pies del monumento, una llama votiva con nueve fogones de gas que permanece encendida las 24 horas del día, los 365 días del año, desde hace dos décadas. Y en un extremo del jardín, a partir de ayer, un mástil de apenas diez metros, con una bandera de tamaño medio -nada que ver con la que ondea en la plaza de Colón- que, según Ruiz-Gallardón, en vísperas del primer aniversario del 11-M, recuerda una cosa: "Que somos una nación, una de las más antiguas de Europa, y como nación debemos responder a los ataques".

Alcalde y ministro enhebraron sendos discursos a cual más patriota, ayudados por la escenografía militar que corresponde a los actos de Defensa: 70 soldados de la Unidad de Honores del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey número 1, vestidos con pantalones plisados azules, chaquetas rojas, guantes blancos, zapatos brillantes de lustre y gorra militar acompañaron la entrada de cada personalidad -concejales del Ayuntamiento, diputados y senadores, altos cargos del Ejército- chocando sus talones, levantando sus armas, tocando la corneta y sin dejar de mirar al frente. Bono fue recibido con un marcial "¡A la orden de vuecencia, señor ministro! ¡La Unidad de Honores, lista para ser revistada!".

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Una banda de músicos militares acompañó con sus notas todo el acto, que presenciaban desde una grada varias decenas de escolares traídos de excursión para asistir a la izada de bandera. Sonó, dos veces, el himno nacional: para recibir a las autoridades y mientras el estandarte se elevaba en el mástil atentamente observado por ellas. Algunos viandantes, extrañados por tanto "tararíííí" de corneta y tanto coche oficial, se fueron arracimando detrás de la verja, y algún tímido aplauso siguió a las palabras de Bono.

"Estamos en uno de los lugares más emblemáticos de la historia de España", comenzó el ministro. "En 1814, un decreto asignó a este lugar el nombre de Campo de la Lealtad". "Campo de la Lealtad", repitió recreándose en cada sílaba. "¿En homenaje a quién? A los leales". Y continuó: "Este monumento evoca la hermandad de los españoles, que está por encima de cualquier diferencia. Evoca la España moderna, no una España de la raza, ni exclusivamente del territorio, y mucho menos de la sangre. Evoca la España de los valores colectivos y compartidos, los que defendéis los uniformados", dijo mirando a los soldados: "Los valores constitucionales". "Hoy es hora de recordar la igualdad y condenar la desigualdad de quien invoca mejor linaje o mejor sangre para tener mejor derecho. Eso se llama privilegio, y está prohibido por la bandera", aseveró.

Bono abogó por defender unos "sentimientos que no son rancios, sino modernos": "Los de afecto a nuestra, por cierto, patria común e indivisible". Y pidió a quienes se "solazan" en señalar "las diferencias" que se fijen más en "la alegría de vivir juntos y en paz, en la alegría de ser más".

"Nuestras palabras se olvidan, alcalde", dijo el ministro a su compañero de estrado antes de parafrasear al ex presidente estadounidense Abraham Lincoln: "El mundo no recordará mucho tiempo lo que digamos hoy aquí, pero es nuestro deber, por respeto a la memoria de los que cayeron, que, digamos lo que digamos, publiquen lo que publiquen, decidamos que no han muerto en vano. Ni el 11-M, ni en 1808, ni después. Han muerto por España, que es lo mismo que decir que han muerto por la libertad, la solidaridad y la igualdad. Eso no es rancio ni antiguo", subrayó Bono. Y terminó pidiendo un favor: "Capitán, mande firmes. Soldados, ciudadanos, decid conmigo: ¡Viva España!". Le siguieron todos los militares, las autoridades y algún vecino. El resto tenía la mirada fija y asombrada ante los coloridos uniformes y la actitud hierática de los soldados.

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