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Un éxito que debe refrendarse

El triunfo español en los europeos de atletismo, con 12 medallas, tendrá que confirmarse en los Mundiales de Helsinki

Santiago Segurola

El deporte español disfrutó doblemente del desafío que suponía el Campeonato de Europa de atletismo. Sólo se puede hablar de éxito total cuando se consiguen doce medallas, la mayor cosecha de la historia. No hubo ninguna decepción significativa, todos los atletas alcanzaron su mejor registro competitivo y se adelantaron algunos nombres que serán relevantes en los próximos años. Ruth Beitia es más que una buena noticia. En una especialidad donde España ha sido tradicionalmente débil, Beitia y Marta Mendía están haciendo por el salto de altura lo que Martínez o Lamela consiguieron con el peso o la longitud. Beitia, que pronto comenzará a experimentar el vértigo de combatir por las medallas por encima de los dos metros, es la representación por excelencia del nuevo equilibrio en el deporte español, donde las mujeres consiguen tan buenos o mejores resultados que los hombres. Parecería que no ha sido el caso en Madrid, donde las medallas se han repartido entre nueve hombres y tres mujeres, pero la realidad es diferente. En una competición donde no ha podido participar Marta Domínguez, la atleta que sirve de referencia desde hace años, y donde no se ha visto a la mejor Glorie Alozie, las actuaciones de Mayte Martínez (plata en 800 metros), Carlota Castrejana (bronce en triple salto, con récord nacional incluido) y Ruth Beitia han sido más que destacables por muchas razones. Mayte Martínez, por la alegría que produce su regreso al primer plano después de un año de enfermedades; Castrejana, por el espíritu de superación de una atleta que conoce bien las dificultades del deporte: fue una excelente jugadora de baloncesto y ahora se acerca a las mejores en triple; Beitia, por su imparable progresión. Han confirmado algo notorio desde hace años: las españolas son magníficas en las grandes competiciones.

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Se debe celebrar la gruesa cifra de medallas, pero conviene situar el éxito en su justa medida. La pista cubierta, y más concretamente los Europeos, casi siempre han sido un gran semillero de medallas. En muchos casos, con efectos perniciosos. Muchos atletas han pretendido justificar sus carreras con buenos resultados en estas competiciones, que son más interesantes para valorar a los jóvenes o a los atletas que comienzan a despuntar en especialidades poco relevantes en España. En Madrid se ha confirmado la calidad de Lino Martínez -oro en longitud con la mejor marca mundial de la temporada (8,37 metros)- la consistencia de Martínez, bronce en peso, o la saludable progresión de Felipe Vivancos en las vallas. Pero hay atletas que no pueden utilizar el podio como coartada para la temporada que se avecina. Este año se disputan los Mundiales en Helsinki, donde las dificultades se multiplicarán para los españoles. Es allí donde gente como David Canal o Reyes Estévez tendrán que mostrar la ambición que les ha faltado en los últimos años. Estévez ha dado la impresión de entender muy tarde la naturaleza de su talento para el medio fondo. Un hombre que estaba llamado a suceder a Fermín Cacho ha desperdiciado entre brumas los mejores años de su carrera. Es elogiable su intento de hacer historia con su participación en las pruebas de 1.500 y 3.000 metros, empeño que no se ha traducido en el éxito esperado. La ambiciosa empresa de Estévez mereció producirse hace tiempo, cuando se le tenía por un potencial adversario de El Guerruj.

Los Campeonatos de Europa no sólo tienen que celebrarse por el éxito deportivo. En un periodo donde se están calibrando los méritos de las ciudades candidatas a organizar los Juegos de 2012, Madrid ha sacado una gran nota con el nuevo pabellón, escenario irreprochable de un evento que servirá para enviar un mensaje de eficacia de los organizadores.

Joan Lino Martínez, durante el concurso de longitud en el que logró el oro.
Joan Lino Martínez, durante el concurso de longitud en el que logró el oro.ULY MARTÍN

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