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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

El bosque en la playa

Medio Ambiente planta más de 23.000 enebros en las costas de Cádiz y Huelva

Desde 1992 la Unión Europea considera los bosques de enebro marítimo como hábitats de interés comunitario, clasificándolos, además, como de actuación prioritaria por el elevado riesgo de desaparición que padecen. El Gobierno andaluz, por su parte, incluyó este árbol en el Catálogo de Especies de la Flora Silvestre Amenazada, aprobado en 1994, advirtiendo de que se trataba de una especie en serio peligro de extinción. De hecho, a finales de los años noventa, y según los censos encargados por la Consejería de Medio Ambiente, la población andaluza de enebros marítimos sumaba unos 9.000 ejemplares y, aun así, constituye la principal reserva de esta especie en toda la península Ibérica, por delante de las pequeñas manchas que crecen en Cataluña, Valencia y Mallorca.

El enebro marítimo se reparte, de forma discontinua, a lo largo de una estrecha franja litoral, de unos 225 kilómetros de longitud, que abarca desde El Rompido (Huelva) hasta Tarifa (Cádiz). Suele instalarse sobre dunas o bordes de acantilados costeros, nunca alejado más allá de unos cientos de metros de la línea marina. Sus raíces están perfectamente adaptadas a este tipo de suelos inestables y su presencia contribuye a estabilizar los arenales propios de estas zonas.

Casi el 90% de los enebrales andaluces crecen en el interior de dos espacios protegidos. En Doñana se calcula que existen unos 5.000 ejemplares, con abundante regeneración natural, mientras que en el Parque Natural del Acantilado y Pinar de Barbate (Cádiz) se encuentran otros 3.000 árboles, que también se vienen reproduciendo sin mayores problemas. En el resto del litoral la situación es desigual, aunque con una clara tendencia a la desaparición. Así, por ejemplo, en el Paraje Natural de los Enebrales de Punta Umbría (Huelva) se han censado cerca de 300 individuos, aunque la mayoría son de bastante edad y la regeneración es escasa.

Repoblaciones

Por este motivo, Medio Ambiente puso en marcha un programa de actuaciones encaminadas a reforzar la conservación de esta especie, diseñando, por ejemplo, repoblaciones en aquellas zonas en donde ya crece este árbol o bien presentan condiciones favorables para su desarrollo. Este procedimiento se ha aplicado hasta ahora en 80 hectáreas del litoral gaditano y onubense, repartidas entre los municipios de Tarifa, Barbate, Punta Umbría, Lepe, Isla Cristina y Huelva capital, en donde se han plantado más de 23.000 ejemplares de enebro procedentes de la red andaluza de viveros.

Plantaciones similares se llevarán a cabo en otras 133.000 hectáreas de los municipios de El Puerto de Santa María, Conil, Sanlúcar de Barrameda, Rota y Palos, de tal manera que el cómputo total de plantones de enebro utilizados rebasará los 100.000, una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta la población silvestre de este árbol.

Al mismo tiempo, los técnicos tratan de controlar la vegetación que compite con este vegetal protegido, eliminando, por ejemplo, las manchas de uña de león, especie exótica invasora. Así se ha hecho en cinco hectáreas de Punta Camarinal y Punta Paloma, en Tarifa, y en otras nueve hectáreas de Almonte, incluidas en los terrenos del Parque Natural de Doñana. También se han aplicado podas, aclareos y rozas de matorral en algunos pinares de repoblación de los municipios de Punta Umbría, Tarifa, Barbate y Conil, donde la excesiva cobertura vegetal impedía la regeneración natural de los enebros.

El plan de conservación incluye, por último, diversas actuaciones encaminadas a favorecer el uso público en aquellas zonas litorales en las que crece el enebro, y en particular en el Paraje Natural de los Enebrales de Punta Umbría (Huelva), donde se han construido y reparado las pasarelas que lo recorren y permiten el acceso a la playa, se ha mejorado y protegido el carril-bici y se han colocado barreras de madera que impiden el acceso de los vehículos a la frágil zona de dunas.

El enebro marítimo es una de las víctimas menos conocidas de la presión urbanística que sufre el litoral andaluz. Fuera de los espacios protegidos el futuro de la especie siempre estuvo hipotecado. Las zonas en las que crece suelen coincidir con áreas de expansión urbanística, y siendo un árbol poco conocido ha sufrido numerosas talas ilegales, a veces por simple ignorancia y otras con el claro propósito de eliminarlo para favorecer la construcción. También ha sido pasto de un buen número de incendios intencionados.

sandoval@arrakis.es

El otro desconocido

Al igual que ocurre con el enebro marítimo, y aun en mayor medida, el arto o espino cambrón no es una especie muy popular, por lo que, a pesar de estar incluida entre las especies vegetales que gozan de protección, suele pasar desapercibida. Este arbusto, que llega a alcanzar los dos metros de altura, es de distribución ibero-norteafricana, extendiéndose por amplias zonas de Argelia y Marruecos. En España aparece en la costa de la zona oriental de Andalucía, desde Málaga hasta Almería, así como en enclaves de Murcia y Alicante.

Desde comienzos de los años ochenta la superficie ocupada por las artineras, en las que el arto convive con otras especies de matorrales espinosos, ha sufrido una notable reducción. Aunque ya no se aprovecha como combustible, ni sus cenizas se emplean como sustituto de la sal de cocina, la localización de la especie, en zonas sometidas a una creciente presión humana, hace que sea muy vulnerable.

Un buen número de artineras crece en terrenos de interés turístico, donde las urbanizaciones son la principal amenaza. Asimismo, la proliferación de cultivos bajo plástico y el crecimiento de algunas localidades, le comen el terreno a estos arbustos que todavía mantienen un número de individuos notable, estimado en unos 10.000. Los incendios, como también ocurre con los enebros, constituyen otra amenaza.

Hasta 2006 la Consejería de Medio Ambiente prevé invertir un millón de euros en medidas encaminadas a conservar los artales que crecen en enclaves de Almería, Granada y Málaga. Entre otras actuaciones se lleva a cabo la eliminación de plantas competidoras, el control de herbívoros, la señalización y acotado de parcelas y diferentes tratamientos selvícolas. También se contemplan repoblaciones.

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